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“Hace diez años dije que había droga en los colegios y se armó un lío bárbaro. Ahora ya se da por sentado”... |
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-Desde que vos saliste del túnel de las adicciones pasó mucho tiempo. Quiero preguntarte inicialmente si en ese lapso avanzó más la atención que presta el Estado sobre la problemática, o avanzó más la problemática sobre nosotros...
-La droga nos va ganando por nocaut; mejor dicho, nos va ganando por paliza, porque todavía nos queda alguna posibilidad de zafar. Cuando yo dije hace diez años que había droga en los colegios se armó un lío bárbaro. Ahora ya todo el mundo lo da por sentado; es una verdad que se acepta tontamente. No hay que aceptarlo. Hay que luchar.
-¿Cómo se llegó a esta situación?
-Por no hacer caso a los que han venido advirtiendo, por mirar hacia otro lado, por no haber tenido gobiernos que hayan puesto en marcha políticas preventivas y por muchas otras cosas... El Estado no puede permitir que a una familia le cobren 2.000 pesos o más para asistir a un chico. El Estado no debería permitir que se llegue a eso, que es una auténtica injusticia para las familias que no tienen dinero.
-¿Cómo se sale de esta situación?
-Esto se ataca y se frena con concientización. Como sociedad, todavía no estamos conscientes de que tenemos un problemón encima. El tema nos pega un montón de trompadones a diario, pero sonreímos como si eso no nos doliera. Es la típica... Sólo cuando nos toca de cerca queremos hacer de todo, y puede que sea tarde, porque nuestro hijo ya está en la lona. Y ojo que la prevención no pasa por traer a un especialista del Sedronar una vez al año, sino que eso debe ser algo más dentro de toda una política que debe partir de apoyarse en quienes conocen la realidad local durante los 365 días del año, todos los años, durante muchos años...
-¿Cómo es lo que estás haciendo en ATILRA?
-Se trata de la terapia ambulatoria en los consultorios de la obra social de los lecheros, en Belgrano 280, de acá, de Villa María. Y no hace falta ser beneficiario de la obra social de los lecheros, que es OSPIL, para ser escuchado, para que se lo oriente o para que se lo trate. Es para la comunidad en general. Empecé con un día a la semana y ahora ya son dos: los lunes y los viernes a la mañana y a la tarde.
-¿Qué puede esperar alguien que acude a vos?
-Quien viene por propia voluntad tiene todas las posibilidades. Porque tanto un profesional, como nosotros, los adictos recuperados que trabajamos sobre la problemática, aportamos el diez por ciento. Al otro noventa por ciento restante lo pone él, el asistido. Por eso, cuando una mamá llama desesperada a un profesional y éste le dice: “Tráigamelo urgente que tengo la solución...”, le está mintiendo. Y lo digo con conocimiento de causa, porque yo conozco las dos veredas.
-¿Cuánto tiempo toma una terapia de las tuyas?
-No, en esto no hay matemáticas. Lo que sí puedo decir es que soy bastante estricto. Las experiencias anteriores que me tocaron me dice que hay que pensar en un mínimo de seis meses, pero todo es muy variable. Lo que sí quiero dejar en claro es que yo no medico, no receto medicamentos, porque no estoy facultado para ello. Para ese tema, si es que veo que puede estar haciendo falta, acudo a un psiquiatra de la misma obra social.
-¿Se obtienen buenos resultados?
-Salir de las adicciones conlleva una lucha terrible, de las más difíciles que se puedan pensar. Yo trabajo en la terapia ambulatoria, pero puede que venga alguien que necesita una internación, entonces tengo que decírselo y sugerirle a dónde ir. La persona que lo intenta por cualquiera de las vías, ya está mejor que cuando sólo permanece abandonada. Hay que luchar, siempre hay que luchar y entonces hay posibilidades de conseguir resultados.
-¿Vos estás bien?
-Yo soy un adicto recuperado que, de tanto en tanto, va encontrando en esta actividad que realiza motivos para sentirse bien...
-¿Cómo cuáles?
-Y... haciendo la diplomatura en la Universidad Nacional de Córdoba me encontré con el doctor Césari, de Bell Ville, que es miembro del equipo del doctor Rosa, que es el que me recuperó a mí. Ahora resulta que pasé a ser su compañero. Yo me alegré, él se alegró y me saludó con mucho afecto y también con mucho cariño. Es una satisfacción bárbara, comparable a cuando alguien en algún lugar del país me para para recordarme lo bien que estuve en tal o cuál pelea. Y los otros días, fui a Santa Cruz a dar una de mis charlas y apareció otra chica, una licenciada, que también hizo el curso en la Universidad. Me presentaron, di la charla y cuando terminé se me acercó para saludarme: “Yo no sabía que vos habías sido campeón mundial”, me dijo. Y bueno, eso me gusta, porque estos títulos para los que voy estudiando ahora también sirven para que se reconozca que soy alguien.
Ballas se despide, se vuelve y recuerda: “Es terrible lo que pasa en Villa María con la droga. Terrible.
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