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El peregrino impertinente
San Sebastián, en el País Vasco, no sólo es famosa por la belleza que la distingue. La capital Guipuzcoana es considerada además como la ciudad más emblemática de Euskadi. El uso del euskera, el afán por mantener vivas las tradiciones y el sentimiento patriótico de su gente, han tatuado al municipio. Donostia es vasca hasta las muelas. Más vasca que el Vasco Olarticoechea y los hinchas del Vasco da Gama de Brasil, juntos.
El problema es que esa ferviente pasión por Euskal Herría a veces deviene en peligroso fanatismo nacionalista, el cual ha encontrado su faceta más radical en el grupo terrorista ETA. Muchos de los integrantes de esta banda viven en San Sebastián. De allí que la Policía española realice acciones en la localidad portuaria permanentemente.
La curiosidad mató al gato
Una vez, caminando por las calles del barrio de Gros, advertí con sorpresa cómo la Guardia Civil efectuaba un allanamiento en una de las llamadas “Erriko Tabernas”, típicos bares vascos supuestamente frecuentados por etarras.
El movimiento del operativo era tremendo. Allí pude ver por primera vez en vivo a policías con la cara cubierta con pasamontañas (prenda que usan para evitar ser identificados por los terroristas). No tuve mejor idea que sacarle una foto a uno de los uniformados. Vaya error.
Inmediatamente después comencé a sentir el furibundo sonido de las botas que se acercaban a mí. Eran los policías, armas en mano. Casi me muero del susto. Los tipos estaban como locos. Me arrinconaron y me hicieron cien mil preguntas: de dónde era, qué hacía ahí, qué tenía que ver con ETA, como habían cerrado los mercados en Wall Street, todo.
Como prueba de buena fe tuve que borrar la foto. Luego de unos minutos y tras comprobar mi inocencia, los grandotes me dejaron ir. La curiosidad mató al gato, dicen. Yo desde ese día estoy hecho un cachorrito.
(www.viajesimpertinentes.blogspot.com)
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