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20 de Mayo de 2013
Vi­lla Ma­ría: es­cue­la de de­mo­cra­cia
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Dos chicas ríen durante el acto de proclamación de la intendenta de los niños

 

Exis­te en el cam­po de la re­la­ción re­pre­sen­ta­ción- par­ti­ci­pa­ción- go­ber­na­bi­li­dad una vi­sión que se­ña­la co­mo úni­co pro­ta­go­nis­ta ca­paz de ge­ne­rar con­di­cio­nes de go­ber­na­bi­li­dad a la eli­te go­ber­nan­te a par­tir de de­sa­rro­llar una de­ter­mi­na­da in­ge­nie­ría so­cial, pro­mo­ver mo­di­fi­ca­cio­nes en el ni­vel pro­ce­di­men­tal de los sis­te­mas po­lí­ti­cos o ape­lar a la ayu­da de los mass-me­dia a los efec­tos de in­cre­men­tar los ni­ve­les de le­gi­ti­mi­dad.
De es­ta ma­ne­ra, las es­tra­te­gias que se pro­po­nen fren­te a es­ta si­tua­ción tam­bién con­lle­van una im­pron­ta con­ser­va­do­ra: dis­ci­pli­nar a tra­vés de me­ca­nis­mos ideo­ló­gi­cos o coer­ci­ti­vos a la so­cie­dad a los efec­tos de li­mi­tar su ca­pa­ci­dad de de­man­da. Con­se­cuen­te­men­te, el apor­te que la edu­ca­ción pue­de brin­dar en el mar­co de es­te con­cep­to de go­ber­na­bi­li­dad se en­cuen­tra aso­cia­do úni­ca­men­te a su fun­ción so­cia­li­za­do­ra e ideo­ló­gi­ca en tor­no a le­gi­ti­mar un or­den so­cial es­ta­ble­ci­do.
La fun­ción re­pro­duc­to­ra de la edu­ca­ción que se es­pe­ra des­de es­ta pers­pec­ti­va ope­ra en una do­ble di­men­sión. Por un la­do, res­pec­to del sis­te­ma po­lí­ti­co, tan­to a par­tir de su ca­pa­ci­dad pa­ra se­lec­cio­nar las eli­tes di­ri­gen­tes, co­mo de ac­cio­nar en di­rec­ción a ase­gu­rar obe­dien­cia y dis­ci­pli­na­mien­to so­cial fren­te a un or­den ins­ti­tu­cio­nal que es pre­sen­ta­do co­mo “na­tu­ral” y que re­ser­va el pa­pel pro­ta­gó­ni­co pa­ra una se­lec­ta mi­no­ría (Me­di­na Echa­va­rría, 1973)
La se­gun­da di­men­sión en tor­no a la re­pro­duc­ción ha­ce re­fe­ren­cia al or­den eco­nó­mi­co. En es­te sen­ti­do se po­ten­cia la ca­pa­ci­dad del sis­te­ma edu­ca­ti­vo pa­ra ten­der a re­pro­du­cir y le­gi­ti­mar las de­si­gual­da­des so­cia­les y eco­nó­mi­cas prin­ci­pal­men­te a par­tir de la im­po­si­ción de pers­pec­ti­vas fal­sa­men­te me­ri­to­crá­ti­cas (Bow­les y Gin­tis, 1976) y de la re­pro­duc­ción de los cir­cui­tos de la po­bre­za (Bou­de­lot y Es­ta­blet, 1978 y Bras­lavsky, C. 1985). La po­si­bi­li­dad de de­man­da fren­te al Es­ta­do que­da dis­mi­nui­da cuan­do se atri­bu­yen a las cau­sas de la de­si­gual­dad so­cial a las di­fe­ren­tes ca­pa­ci­da­des de las per­so­nas.
En es­ta vi­sión el con­cep­to de ciu­da­da­no que­da re­du­ci­do al con­cep­to de con­su­mi­dor. (Gen­ti­li; 2004:4)
Nues­tra mi­ra­da no acuer­da con la vi­sión ex­pues­ta don­de el apor­te de la edu­ca­ción al sis­te­ma de­mo­crá­ti­co se res­trin­ge a su pa­pel de pro­mo­to­ra de la re­pro­duc­ción so­cial. Por el con­tra­rio, el afian­za­mien­to de la de­mo­cra­cia exi­ge en­fa­ti­zar el rol de la edu­ca­ción en tor­no a for­ta­le­cer la ca­pa­ci­dad de los ac­to­res de la so­cie­dad ci­vil en su ar­ti­cu­la­ción con el Es­ta­do.
En la pers­pec­ti­va que adop­ta­mos que­da cla­ro en con­se­cuen­cia, que las elec­cio­nes no ago­tan la par­ti­ci­pa­ción ciu­da­da­na. En los re­gí­me­nes de ma­yor es­ta­bi­li­dad de­mo­crá­ti­ca exis­ten me­ca­nis­mos ins­ti­tu­cio­na­les pa­ra evi­tar que los re­pre­sen­tan­tes elec­tos cai­gan en la ten­ta­ción de obe­de­cer ex­clu­si­va­men­te los man­da­tos im­pe­ra­ti­vos de sus par­ti­dos. Los me­ca­nis­mos más co­no­ci­dos son el re­fe­rén­dum; el ple­bis­ci­to. La ini­cia­ti­va po­pu­lar y el de­re­cho de pe­ti­ción y por úl­ti­mo el de­re­cho de re­vo­ca­to­ria del man­da­to o de re­cla­ma­ción.
Pe­ro más im­por­tan­te que to­dos es­tos me­ca­nis­mos ins­ti­tu­cio­na­les es que el mis­mo Es­ta­do se con­vier­ta en un pro­mo­tor de la par­ti­ci­pa­ción de los ciu­da­da­nos a tra­vés de ca­na­les que le ha­bi­li­ten la pa­la­bra y le per­mi­tan una ge­nui­na po­si­bi­li­dad de sen­tir­se in­vo­lu­cra­do en la co­sa pú­bli­ca. Con­sis­te en re­co­no­cer el de­re­cho que to­da per­so­na tie­ne en un sis­te­ma de­mo­crá­ti­co a ser es­cu­cha­do, a pe­ti­cio­nar a las au­to­ri­da­des a so­li­ci­tar rec­ti­fi­ca­cio­nes a ha­cer pro­pues­tas en bus­ca de un ca­mi­no que nos con­ten­ga a to­dos y nos per­mi­ta de­sa­rro­llar­nos cons­cien­te­men­te y no so­me­ti­dos a los ca­pri­chos de la eli­te de tur­no.
En es­ta mi­ra­da, re­sul­ta su­ma­men­te re­le­van­te la crea­ción de un es­pa­cio de ge­nui­na par­ti­ci­pa­ción ciu­da­da­na, de ejer­ci­cio de de­re­chos, co­mo de cons­truc­ción de una nue­va cul­tu­ra, la po­si­bi­li­dad que tie­nen los ni­ños en la ciu­dad de Vi­lla Ma­ría de ele­gir a su pro­pia In­ten­den­ta y Vi­ce, co­mo de con­tar con un Ga­bi­ne­te pro­pio, pre­su­pues­to pro­pio, et­cé­te­ra.
El mis­mo in­ten­den­te, Eduar­do Ac­cas­te­llo, pe­día que cui­de­mos es­te es­pa­cio pa­ra no des­vir­tuar­lo, es un es­pa­cio nue­vo, iné­di­to, por lo que re­quie­re del apor­te de to­dos pa­ra que se cons­ti­tu­ya en una ejem­plar es­cue­la de de­mo­cra­cia. Cier­tos con­cep­tos por su ni­vel de abs­trac­ción pue­den no ser com­pren­di­dos por los ni­ños a cier­ta edad pe­ro la mis­ma prác­ti­ca de­mo­crá­ti­ca per­mi­ti­rá que los com­pren­dan y les re­sul­ten ac­ce­si­bles y has­ta fa­mi­lia­res.
No so­mos due­ño del fu­tu­ro, pe­ro el pre­sen­te lo an­ti­ci­pa de al­gu­na for­ma. Ce­le­bro es­te pre­sen­te que pro­me­te un fu­tu­ro con más de­sa­rro­llo, no só­lo con más edi­fi­cios y ca­lles pa­vi­men­ta­das, si­no con ciu­da­da­nos más cons­cien­tes de su par­ti­ci­pa­ción y más pre­pa­ra­dos pa­ra ha­cer­lo.
Fue con­mo­ve­dor ver a la nue­va in­ten­den­te co­mo, has­ta en sus ges­tos, asu­mía con se­rie­dad el com­pro­mi­so ciu­da­da­no de ser­vir a los de­más. 
Creo hu­mil­de­men­te, que ade­más de to­dos los ape­la­ti­vos que pue­da re­ci­bir la ciu­dad, co­mo ciu­dad del co­no­ci­mien­to, o por­tal del tu­ris­mo cor­do­bés; la que me­jor le sien­ta, es la de ser, to­da ella, una “Es­cue­la de De­mo­cra­cia”.
 
Prof. En­ri­que A. Lu­na

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