“Estar en La Perla era estar a la espera de que te maten”, dijo ayer Fidel Angel Castro, quien fue secuestrado en 1978 por los grupos de tareas que respondían a la Tercera Sección del Destacamento de Inteligencia 141 y llevado a La Perla, donde fue sometido a constantes torturas psíquicas y físicas.
Al igual que los restantes sobrevivientes, el testigo indicó que la mecánica habitual en ese campo de concentración consistía en tenerlos en situación de cautiverio, vendados, acostados o sentados sobre colchonetas de paja en el piso, sin posibilidad de moverse ni de comunicarse con el resto de los detenidos.
A ello se sumaban las sesiones de interrogatorios, torturas, golpes y tratos de crueldad, humillación y hostigamiento.
La jornada concluyó con el testimonio de Jorge Saad, hijo de quien tenía el arrendamiento de los campos adyacentes a La Perla y cuya declaración fue requerida a partir del relato de uno de sus arrieros empleados, José Julián Solanille.