El domingo 21/12/08 en el programa Nuevo Siglo que contaba con la presencia del intendente y otros notables de la ciudad uno de los invitados hablando de la economía social y de la injusta distribución de la riqueza deslizó un comentario sobre el salvataje a los bancos en Estados Unidos y manifestó que si los 700 mil millones de dólares en cuestión se dividieran entre los 6.700 millones de habitantes del planeta nos corresponderían unos 104 millones de dólares por persona con lo que no sólo se acabaría la pobreza en el mundo sino que seríamos todos archimillonarios…
Ninguno de los presentes hizo algún comentario sobre el tema y la charla siguió por otros carriles. Quise hablar al canal, pero el programa había sido grabado el viernes 19 de dieciembre, y lo dejé pasar.
Durante la semana siguiente recibí mails de varios amigos y conocidos con comentarios sobre las iniquidades del capitalismo y adjunto un archivo llamado “Sencillo cálculo”, aparentemente originado en una fundación del país vasco llamada Centro Ellacuría, donde se hacen las mismas afirmaciones y cálculos del programa de TV.
Por supuesto respondí los mails haciendo las bromas a mis amigos. Pero como postre el día 29/12/08 en El Diario aparece una nota titulada “Salvataje a la riqueza” con el mismo errado cálculo y comentarios que fue la que me lleva a escribir sobre el manejo de los números aún cuando el salvataje de marras sea un verdadero latrocinio.
¿Cómo es posible que personas que manejan cantidades grandes de dinero (aunque no tan grande como la de la nota), además de ingenieros, abogados, periodistas y otros acepten como válido un cálculo con un error tan grosero y con un resultado inverosímil (104 millones de dólares per cápita, cuando en realidad son 104 dólares). No creo que sea culpa de la vapuleada educación actual ya que los implicados en esta nota son mayores y aprendieron matemáticas con los viejos métodos.
Es más probable que sea la falta de visión crítica con respecto a la información que circula por Internet y a la que brindan los medios, pareciera que el hecho de ver un tema reflejado en una pantalla le otorgara un sesgo de autenticidad independientemente del contenido.
Un caso testigo de este comportamiento es el recordado programa cultural de televisión de Caparrós y Dorio (El Monitor Argentino) en los años ochenta cuando se emitieron notas falsas (y absurdas) durante dos semanas y hasta que los productores no aclararon que había sido una especie de experimento mediático todo había sido aceptado como cierto.
Más recientes son las noticias sobre fuentes de energía inagotables, movimiento continuo, autos que andan con agua o los correos con cadenas de felicidad o desgracia según el grado de cumplimiento, etcétera.
En síntesis; televidentes, internautas, radioescuchas y lectores, refuercen su capacidad crítica con la reflexión y el pensamiento individual y desconfíen de los cantos de sirena mediáticos, porque podemos deglutirnos un garrón a la vuelta de cualquier página.
Mario Luis Pierantonelli
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