Esta historia comienza por obra y gracia de los azarosos engranajes del destino. La reconocida escritora y artista plástica local Susana Giraudo encuentra, entre su frondosa colección musical, un casete desclasificado sin su respectiva cajita.
Se trataba de la única producción grabada por el grupo villamariense Nakis a mediados de los ochenta, titulada “Razón de vivir”.
El conjunto reunía a tres grandes exponentes de nuestra música en una experiencia dichosa, pero fugaz, germinada más por las complicidades de la amistad que por un ambicioso anhelo profesional.
A pesar de los años y las tormentas de polvo que sucumbieron sobre sus lados, el casete se conservó como prueba física e indeleble de aquel trío alineado por Manuel “Nolo” Merchán en voz, Lucas Arregui en percusión y voz y el inolvidable Rubén “Gordo” Vanzetti en bandoneón.
Giraudo, afectada por la grata sorpresa, decide convertir el rescate emotivo en una criatura del siglo actual: le pide al deejay Sebastián Chialbo transferir “Razón...” a copias de CD, con arte de tapa incluido.
Del banco a los ensayos
La prehistoria de Nakis (que en lengua indígena significa “nosotros”) no se remonta a una sala de ensayos o a una velada entre copas, sino a una típica oficina bancaria.
Vanzetti y Arregui no sólo eran compañeros en el Banco Córdoba, sino que, como buenos amigos, se pasaban a buscar para caminar juntos todas las mañanas hasta la sede central. Allí, mientras el trabajo lo permitía, canturreaban melodías para endulzar el constante ajetreo de números y billetes.
“Nolo”, a pesar de desempeñarse y perfeccionarse como traumatólogo, permitía lucir su destacada voz aterciopelada en peñas y “bolichitos”, como se les decía en esa época, donde el “Gordo” también desenfundaba su magia sobre el aliento famélico del fuelle.
En uno de los impasses sentimentales del doctor, decide convocar a Vanzetti para armar un proyecto en común y éste arrea a su amigo y fiel compañero hasta el departamento de Merchán. En esas cuatro paredes confluyen las tres corrientes musicales que marcarían la música popular argentina: el folclore a través del “Nolo”, el tango con el “Gordo” y el rock de la mano de Arregui, quien venía de surfear la nueva ola con Grupo 81 y Los Skulls.
Tras una serie de ensayos se presentan en la Lomoteca Ludovico (hoy, Lomo) con un repertorio ecléctico. Luego vendrían actuaciones especiales en la peña Cantoral de Carlos Paz, en un hotel de Huerta Grande y en Marcos Juárez.
Lo llamativo del grupo, en aquellos explosivos años ochenta, no sólo atendía a la calidad interpretativa colectiva, sino a la recreación de obras folclóricas bajo el comando de un bandoneón.
s Calidad
y sensibilidad
“El ‘Gordo’ tenía una cabeza muy abierta y una sensibilidad increíble. Era un tanguero al que le encantaba ‘Yesterday’, de Los Beatles”, rememora Arregui, quien no puede referirse a su amigo sin que le brillen los ojos.
“Nosotros le tirábamos más o menos cómo queríamos que salieran los acordes y él te los arreglaba en el acto. Era un genio. El no tocaba el bandoneón; él era el bandoneón”, subraya sin dudar.
“Nolo” lo recuerda en su trance más afiebrado, fundiéndose con su instrumento. “Cuando tocaba estaba en su mundo, no importaba nada a su alrededor y vos veías que él se despegaba de la silla y se deshacía, como que no podía más. Se entregaba por completo”, relata Merchán.
Para los neófitos en la materia, Vanzetti fue un referente ineludible de la música ciudadana en el país, sólo que nunca buscó la fama o se mareó con los faroles de los cien barrios porteños. Estudió codo a codo con Dino Saluzzi y llegó a actuar con cuanto ícono tanguero aterrizara por estas latitudes. “Lo pedían sólo a él, porque era una garantía”, coinciden los entrevistados.
Años después una artera enfermedad le consumiría sus energías y sus huesos hasta el último de sus días. “No podías creer cómo estaba, te daba mucha pena, pero al menos no sufrió tanto”, confió Arregui, quien lo visitaba asiduamente.
Grabar en Buenos Aires
El disco en cuestión se grabó en Buenos Aires, en el estudio de Luis Landriscina. El contacto con la productora encargada llegaría de la mano de José “Bebe” Musa. Para tal propósito, el trío tuvo que instalarse durante una semana en el departamento de un primo de Vanzetti en Villa Ballester.
El listado de temas comprendió las obras “Razón de vivir”, de Víctor Heredia; “Zamba de Juan Panadero”, de Leguizamón y Castilla; “Unicornio”, de Silvio Rodríguez; “Canción para Carito”, de León Gieco; “Canta una canción de amor”, de Alejandro Lerner; “María va”, de Tarragó Ros; “Para vivir”, de Pablo Milanés; “Porque ha salido el sol”, de Neruda; “Maturana”, del “Cuchi” Leguizamón, y “Quiero paz”, de Eduardo Gatti.
Dado que Dios atiende en Buenos Aires y ellos se hallaban a pocos turnos de la mesa de entrada, en esos días les arreciaban las propuestas. Entre las más atractivas se contaba grabar con Víctor Heredia y participar del exitoso programa “Badía y Cía.”; la única condición era que debían extender su estadía un par de semanas más.
“Yo tenía un bebé de 4 ó 5 meses, mis otros hijos y mi mujer esperándome en Villa María, además del laburo en el que habíamos pedido licencia con el ‘Gordo’. Si no volvíamos, nos rajaban de todos lados”, recuerda Arregui entre risas.
Tras el regreso, se les ocurre incorporar un bajista al grupo, el “Flaco” Gaido, quien al final no prosperaría en la formación. Por esa decisión, se había borrado el “3” al primer título del conjunto.
Nakis volvería a aparecer bajo ese nombre a principios de los noventa, a modo de tributo, con Merchán como artífice y con la participación de “Kuki” Soria, Marcelo Aranda, “Gordo” Cabral, Mario Tovo y “Cabezón” Milano en Kbranca (hoy Jet-Set). Con la pérdida de Vanzetti todavía en las retinas, Arregui optaría por no participar de ese encuentro.
Entre Francia, Bariloche y la Villa
Los caminos de los sobrevivientes del grupo se bifurcarían hasta el punto de vivir en continentes diferentes. Merchán partirá a España y luego a Francia (donde fueron repartidos algunos casetes de Nakis) hasta su regreso al país, cuando elige Bariloche como su bunker -por sus similitudes con su antigua morada europea- , a pesar de viajar puntualmente a nuestra ciudad para atender sus pacientes locales.
Allí no le esquivará a su pasión juvenil y armará conjuntos ad hoc con sus hijas Valentina en batería y Pamela en bajo y artistas tales como Carlos Casalla (percusión de Pedro y Pablo), Javier Casalla (violinista en Bajofondo), Diego Rappoport (pianista de Spinetta) y, cuando arriba de visita, Miguel Cantilo.
Arregui, en tanto, desfilaría por todos los pubs, reductos, salones y fiestas de la ciudad y la región con aliados varios hasta consolidar Triama, junto a Marcelo Aranda y Silvia Muñoz, con el cual está celebrando 10 años de vigencia.
Fotografías: 1) La primera actuación de Nakis, en la ex-Lomoteca
2) La escritora Susana Giraudo, quien rescató el casete grabado a mediados de los años ochenta, titulado “Razón de vivir”, junto a “Nolo” Merchán y Lucas Arregui