Escribe: Jorge Valinotto*

No cabe dudas que Juan Schiaretti, es coherente con su modo de pensar demostrado en su condición de funcionario nacional durante la gestión de Carlos Menem y Domingo Cavallo en los noventa, que nos dejó tan mal recuerdo como constancia en la historia nacional en cuanto a privatizaciones que favorecieron a grupos determinados sin ningún tipo de control, y a valores irrisorios.

Trato de imaginar cómo se sentiría un habitante de Londres o Nueva York, con su gobierno intentando poner en manos privadas para construir edificios, los extensísimos parques que hacen de pulmón de esas ciudades y donde el metro cuadrado se cotiza por muchos miles de dólares, por encima de cualquier propiedad en esta provincia.

Las construcciones que a la ciudad de Córdoba le dan prestigio fueron solventadas como resultado de gestiones eficientes, muy lejos de lograrlas a cambio de patrimonios públicos provinciales, propiedad de todos los cordobeses.

Cualquier decisión al respecto, por razones supra jurídicas, pertenecen a un plebiscito general, antes que a una votación automática en la Legislatura provincial.

No hay dudas que la historia condenará la actitud y el procedimiento.

Una mayoría simple en el Legislativo no puede definir semejante entrega.

En épocas remotas, se construyeron el Colegio Monserrat, la Iglesia Jesuítica, el Rectorado de la Universidad, la Catedral, el Cabildo, a principios del Siglo XX el Teatro Rivera Indarte (hoy San Martín), la Casa Central del Banco de la Provincia de Córdoba... verdaderos monumentos arquitectónicos. Más adelante la red de hospitales, en los dificultosos años treinta caminos e innumerables escuelas con gobiernos como los de Ramón Cárcano y Amadeo Sabattini, el majestuoso edificio de Tribunales I, a mediados de ese siglo la Cañada y más tarde el edificio de Tribunales II y tantísimas otras obras por las que no hizo falta ni endeudar la provincia ni permutar a cambio patrimonios públicos provinciales.

La Casa de las Tejas, devino en sede del Gobierno provincial en forma provisoria, siendo que la edificación había sido concebida para un instituto de menores. Hoy ocupa un lugar estratégico, donde es importante mantener espacios y baja altura transformada la construcción existente como signo constructivo de un momento histórico. La Estación del Ferrocarril Mitre (antes y hoy Ferrocentral) es un bello edificio construido en las postrimerías del Siglo XIX y sus espacios adyacentes deberían mantenerse libres sin construcción alguna, mucho menos en altura. Todos los espacios verdes y libres de la ciudad deben mantenerse como pulmón, especialmente en Córdoba, que se ubica en bajos niveles respecto a sus entornos.

Deberíamos invitar al señor gobernador para que visite cualquier ciudad importante del mundo para que tenga idea de las necesidades de los desarrollos urbanos.

Sería bueno e imprescindible que dictamine el Colegio de Arquitectos y el de Ingenieros Civiles de la ciudad.

Con respecto a las trescientas setenta y tres hectáreas del neuro psiquiátrico de la ciudad de Oliva, resulta un sacrilegio entregarlas al sector privado, porque hoy pertenecen a todos los cordobeses, y no se puede despojar a la sociedad futura, “porque más allá de las infinidades utilidades de hoy, que bien podría aprovecharse como espacio de enseñanza técnica o de producción comunitaria, estaríamos desprendiéndonos de algo tan valioso que puede ser el escenario para otro destino en el futuro. Quién sabe su precio dentro de veinte años. Como ejemplo, hoy vale alrededor de cinco millones de dólares y hace apenas nueve años costaba con suerte cuatrocientos mil dólares.

Resulta una verdadera infamia la pretensión de hacer caja con patrimonio público.

No hay estado democrático y medianamente desarrollado en el mundo que se atreva a tomar semejantes decisiones.

Una provincia que maneja anualmente un presupuesto mayor a diez mil millones de pesos, ante una inversión que no supera los trescientos millones, debería plantearse una administración eficiente antes que un desmembramiento de su patrimonio.

Tenemos sobrados ejemplos de que administrando como se debe, se pueden hacer obras.

Por otra parte, se utilizan falsos fundamentos para justificar la conducta aludida.
Las obras propuestas no son en sí misas urgentes ni ultra necesarias.

Como cordobés me entristece semejante propósito, que lamentablemente tiene muchas posibilidades de llevarse adelante.

Pero sus ejecutores quedarán expuestos a la historia y ojalá algún fiscal que se atreva a investigar la malversación de bienes públicos.

Todo habitante de la provincia que piense parecido ante el ultraje de su propio patrimonio, debería manifestarse públicamente para intentar evitarlo.


*ex legislador de la provincia de Córdoba