¿Qué puede hacer un docente que ve a un estudiante bajo los efectos de estupefacientes? ¿Qué estrategia aplica si encuentra a un alumno con drogas en el aula?
Esto son algunos de los planteos que afuera de la realidad, se hacen a diario los docentes y que motivaron que desde los ministerios de Educación y Desarrollo Social se elaborara una nueva guía para establecer algunas estrategias frente a estas situaciones conflictivas, en la que, entre los puntos centrales, establece que la sanción y expulsión, como única alternativa, hace perder la oportunidad de tratar el tema con los jóvenes para encontrar una verdadera salida al problema.
Por ese motivo, el jueves último se realizó en la sede Capital del Centro de Integración Social (CIS) una jornada de capacitación a la que asistieron los inspectores de Nivel Medio de toda la provincia, entre ellos, Silvia Ballarino y Sergio Cornatosky, de esta región.
En la oportunidad, el ministro Daniel Passerini dio una introducción al manual, para que luego el secretario de Prevención de Adicciones de esa cartera, Juan Carlos Mansilla y la secretaria de Educación, Delia Provinciali, pasaran a explicar el contenido de la guía.
Provinciali hizo especial hincapié en la necesidad de que los inspectores y directores asuman el compromiso de compartir el material con los docentes, que son los que se topan con situaciones en el aula relacionadas con el consumo experimental o adictivo de drogas ilegales.
Aludió a que el manual del año 2011, fue “cajoneado” y no llegó a la mayoría de los docentes.
La guía, establece estrategias para actuar en diferentes situaciones y otorga una serie de teléfonos y orientaciones para que ante la duda frente a cualquier procedimiento, el docente o el director de la escuela puedan pedir asesoramiento.
Situaciones complejas
El consumo de droga en las instituciones educativas es un problema que se viene planteando hace tiempo.
El docente, frente a una situación que seguramente no imaginó como posible, está en duda si debe llamar a la Policía o hacer que no vio lo que pasa.
Por esa incertidumbre, surgió la Guía, que establece los procedimientos para actuar.
En el manual se habla de estrategias ante tres situaciones posibles:
1- La suposición de que un estudiante consume drogas.
En este caso, recomiendan no quedarse con la primera impresión y conversarlo con otros adultos para evaluar si hay coincidencia en la hipótesis.
En caso de que más de dos docentes estimen que el alumno está consumiendo drogas, sugieren que se busque dentro de la escuela un ámbito de diálogo con el o la joven.
“Si se resiste a la conversación, no imponga la autoridad”, indica la guía en cuestión.
Sugieren también que se busquen docentes con “buena llegada” al estudiante, dado que éstos perciben cuando un adulto “lo hace porque es su obligación o porque tiene un interés genuino”.
“Evite que el o la joven se sienta perseguido”, agregan. Sugieren que el mensaje debe ser claro: “Si le decimos que nos interesa lo que le pasa y luego interrumpimos el diálogo para hacer otra actividad, el alumno puede sentir que el interés no es genuino”.
2- La hipótesis de que está en la escuela bajo los efectos de drogas.
En estos casos, sugieren acompañar al alumno a una sala, si es viable, con privacidad y tranquilidad.
Trate de que en esa conversación haya más de un adulto y jamás deje solo a la persona que presumiblemente está bajo los efectos de las drogas.
Si su estado implica alguna peligrosidad, deben comunicarse con los padres “sin mencionar la hipótesis del consumo de drogas”, sino describiendo la situación. Y por supuesto, acudir a un servicio de emergencia. “Lo primero que hay que tener en cuenta es la salud del alumno. No lo contradiga ni le dé consejos en ese momento”.
“Piense que el caso de que haya consumido, no significa que sea un adicto. Los consumidores más experimentados cuidan el ámbito donde consumen”, indican.
3- La tenencia de drogas ilegales dentro de la institución educativa.
El docente debe conversar con el alumno sobre la evidencia o convicción de que ha traído sustancias a la institución.
“Solicite con firmeza la entrega de esas sustancias al director, pero jamás lo revise”.
En caso de que la entregue, debe guardarla bajo llave y convocar al supervisor para que encauce el procedimiento.
“El castigo, la suspensión o expulsión como única o principal medida a tomar, podría aumentar la probabilidad de que continúe el consumo, perdiendo la oportunidad de abordar el problema desde otras dimensiones”, indica la guía.
Tras cualquiera de estos hechos, recomiendan hablar con el grupo donde se detectó el problema, para llevar claridad y exponer situaciones que el resto presumiblemente puede conocer, pero que, analizadas sin la perspectiva de un adulto, generan más preocupación y multiplican la problemática.
¿Qué hacer si venden droga frente a la escuela?
En el supuesto que el docente o directivo conoce con algún grado de veracidad que se vende o entrega droga ilegal en las inmediaciones de la institución educativa, la Guía de Intervención sugiere hacer la denuncia -por ley es anónima- al 0-800-888-3764 o bien a la Justicia. En el caso de Villa María, hay que llamar al teléfono de Tribunales que es el 4618800, interno 73071, secretaría Parola de Ruiz.