Autores desconocidos regaron con sangre o pintura de color rojo la estatua que preside el osario del cementerio de General Cabrera, en un hecho que fue repudiado por la población, en especial por aquellas personas que, durante la mañana del domingo pasado, concurrieron al campo santo a rezar por sus difuntos.
Junto al osario, los vándalos “plantaron” cigarrillos encendidos, cual si fueran velas, dejándolos que se consumieran totalmente.
Los concurrentes a la necrópolis de esa localidad aún se preguntan si se trató de un rito o bien si fue una broma que, para casi todos, resultó ofensiva a los sentimientos.