Desde el lunes está en boca de todos en las redes sociales sindicado como el responsable del gravísimo golpe sufrido por un perro. Por eso ayer decidió hablar con EL DIARIO para dar su versión de los hechos.
Luis Sebastián Arribiliaga (33, foto) atendió a este matutino en su casa de calle Entre Ríos al 2200 de barrio San Martín y aseveró que se enteró del episodio (registrado el jueves 30 de mayo) cerca de las 5 de la tarde del viernes 31 cuando “gente de la Protectora golpeó la puerta y me preguntó si mi perra estaba en celo”. “Me preguntaron por qué no la castraba. Les respondí que no tengo tiempo, porque mi mujer tiene cáncer y está muy enferma. Me contestaron que tendría que poner un tejido o algo y ahí me preguntaron si sabía del perro golpeado. Fue allí cuando me enteré de lo que había sucedido”.
¿Y qué ocurrió? Según él, uno de sus dos hijos, el de 16 años, llegó de la escuela el jueves al mediodía, salió a fumar un cigarrillo en la vereda y “vio la montonera de perros alrededor de la nuestra, en el garaje”. Entonces, arrojó “un cascote”. Consultado por este medio, dijo desconocer de qué tamaño fue y a qué distancia del animal lo tiró.
“Entró a mi casa y dijo ‘maté a un perro’. Estaba mal y asustado. Entonces mi suegra salió y le dijo que se quedara tranquilo, que estaba desmayado nomás”, narró.
“Lo dejaron acostado; salió el inquilino de atrás y llamó a los proteccionistas”, agregó.
Cuando se le dijo que el can estaba muy herido, declaró: “Lo leí, pero hacía una semana que estaban todos los perros atrás de la mía y entre ellos se pelean, se muerden”.
Tras el suceso, “vino un tipo que me dijo que era su animal y me pegó una trompada”, por lo que terminó denunciándolo por la agresión.
“Mi hijo no tuvo intención de provocar esto. Asumió lo que hizo y está mal. Yo tenía cuatro perros. Nunca pasó esto”, recalcó.
Tras la entrevista, este matutino acudió a Veterinaria El Fortín para constatar el estado de salud del can: a una semana de la agresión, seguía con riesgo de vida, aunque evolucionando favorablemente. Se le intentaba quitar el suero y con ayuda había empezado a alimentarse por sus propios medios.
Es un perro de tamaño chico, con más de diez años de edad, de apenas seis kilos y medio y con una cabeza muy pequeña, la que resultó dañada seriamente. Claramente, se trata de un animal de cuerpo pequeño e inofensivo.