Tres sobrevivientes de los campos de concentración que funcionaron durante la última dictadura, prestaron ayer testimonio en la 50º audiencia oral y pública del juicio por la megacausa La Perla, que se lleva adelante en los Tribunales Federales de Córdoba.
El abogado Luis Reinaudi, militante del Partido Comunista (PC) y letrado de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, fue detenido en la madrugada del 21 de setiembre de 1978 y alojado en el excentro clandestino de detención de La Perla, donde fue golpeado y atormentado, reconociendo como responsables de esas prácticas a los imputados Ernesto Barreiro y Carlos Alberto Vega, alias “Vergara”.
Reinaudi recordó un diálogo que, durante su cautiverio, mantuvo con Barreiro, cuando le preguntó al represor, a modo de reprimenda, el porqué de las torturas a las personas indefensas y dijo que el militar le respondió: “A mí me han entrenado para esto, yo debo interrogar y sacar información, es mi trabajo”.
Pasó por el Campo de la Ribera, la Unidad Penitenciaria San Martín (UP1) y la cárcel de Caseros (Buenos Aires), hasta que fue beneficiado con la libertad vigilada el 6 de setiembre de 1979.
También declaró Marta Fontana, una médica y delegada gremial del hospital de Santa María de Punilla, quien fue secuestrada de su lugar de trabajo el 26 de marzo de 1976.
En su paso por Campo de la Ribera, el Buen Pastor y la UP1, recordó las “horrorosas torturas” a los que fueron sometidos sus compañeros gremiales y conocidos “usando tenazas en las partes más sensibles del cuerpo”; incluso, a uno de ellos “le arrancaron los bigotes uno por uno”.
Por otra parte declaró Carlos de la Merced, secuestrado en octubre de 1976 por los grupos de tareas de los efectivos policiales del Departamento de Informaciones Policiales (D2) y torturado por uno de sus miembros, el imputado Miguel Angel Gómez, más conocido como “El sargento” o “El gato”.
Trajo a su memoria los nombres y apellidos de las personas ilegalmente detenidas en La Perla y Campo de la Ribera, al igual que las prácticas de torturas con picanas y golpes que padeció, además de obligarlos a presenciar las sesiones por las que pasaban las personas alojadas en esos lugares.