El machismo siempre mata
La víctima de hoy se llamaba Angeles. Esta chica murió estrangulada. Esto se llama femicidio. Se produce uno cada 36 horas en nuestro país. Esto no pasa porque exista una ola de inseguridad, esto pasa porque nuestra sociedad al igual que la Justicia, es machista patriarcal y corporativa y convalida de distintas maneras la violencia contra las mujeres.
Es cierto, no todos los varones somos capaces de realizar un acto así, quien cometió esta barbarie llevó al límite más terrible la naturalización social del mito de que el cuerpo femenino nos pertenece, no sólo a los individuos varones, también a la sociedad toda que legisla sobre esos cuerpos. Pero hay varones que intentan justificar esto diciendo que si no anduvieran vestidas así...
También hay otros varones que somos capaces de golpear a nuestras parejas porque no cumplen el rol que creemos, según lo socialmente establecido, que deben cumplir, que además intentan justificarse por ser personas públicas, que creen detentar algún tipo de poder; político, social, gremial y eso los hace impunes antes sus acciones "Privadas y personales" que no deben hacerse públicas porque los complica en justamente esa imagen pública, que ellos construyeron pero también ellos mismos pisotearon y degradaron.
También hay otros varones que jamás golpearíamos a una mujer pero ejercemos violencia verbal o psicológica, y otros que nunca haríamos esto último pero sabemos que un amigo o un vecino lo hace y quizás lo justificamos o no hacemos nada y miramos para otro lado. También hay varones que hacemos chistes que estigmatizan o denigran a las mujeres o nos reímos cuando otro los cuenta. Hay otros, artistas, escritores, músicos que en nuestras obras reproducimos conceptos misóginos, denigrantes y hasta repugnantes respecto de la condición del genero femenino, pero nos excusamos en nuestro derecho a expresarnos cuando algunas mujeres manifiestan su rechazo a nuestro lenguaje.
Hay muchos que consumimos naturalmente prostitución sin preguntarnos qué es lo que nos permite tener acceso al cuerpo de una mujer pagando por ello, y hay algunos, unos pocos, que hacemos estas reflexiones e intentamos que el resto tome conciencia de esto y revise su forma de “ser hombre”.
Todo lo que describí es la cara cotidiana y visible de algo que se llama machismo, y el machismo siempre mata.
Daniel Massara
Desamparado por las autoridades
El día miércoles 12 de junio, me encontraba en el centro de Villa María buscando lugar para estacionar. Después de haber dado tres vueltas a la manzana, pongo las balizas con intención de buscar un lugar cuando me encuentro con mi compañero de trabajo, crucé dos o tres palabras, no fue más que eso, en ese momento yo estaba en doble fila arriba del vehículo, con el motor encendido, puesto el cinturón, luces bajas obligatorias encendidas y balizas.
Justo en ese momento un móvil de “Seguridad Ciudadana” se detiene delante de mi vehículo llamándome la atención por mi maniobra.
Advierto que ellos no tenían puestas sus balizas ni ningún tipo de luces, como lo indica el artículo 101, inciso “e” del código de tránsito, el cual transcribo textualmente: “Luces intermitentes de emergencia: deben usarse para indicar la detención en zonas peligrosas y la ejecución de maniobras riesgosas”.
Al percibir esta irregularidad les pido desde mi vehículo amablemente a los agentes, con una seña de manos, que enciendan la balizas.
Ante mi gesto el oficial se muestra molesto y procede a labrarme una infracción, yo no lo contradigo y acepto la misma, pero remarco que como inspector de tránsito “no estaba dando el ejemplo”.
El municipal me responde que las luces intermitentes sólo son útiles cuando el vehículo esta averiado.
Pasada esta situación, el inspector me pide la documentación del auto, procedo a exhibir la misma sin dársela en posesión.
Quiero aclarar que esta actitud mía es como resultado de otra mala experiencia con un inspector de tránsito.
Debido mi accionar, el inspector manifiesta que yo me estoy negando a identificarme y amenaza con pedir apoyo policial, situación que avalo para que la Policía pueda ser árbitro de un hecho injusto.
Minutos después llega la Policía de la provincia y el inspector los pone al tanto de lo ocurrido.
Los oficiales me piden que le dé “en mano” al inspector, la documentación que éste solicitaba.
Ante mis reiteradas negativas, la Policía me amenaza con llevarme detenido ya que considera que yo me negaba a darles la documentación, que en ese preciso instante estaba sosteniendo y exhibiendo en mi mano.
Acto seguido, la Policía comienza a presionarme para que yo entregue mi documentación (mantengo mi postura amparado en mis derechos civiles de mostrar las identificaciones pero sin entregarlas).
El siguiente paso fue que los representantes de la ley llamaron a otro móvil policial, a modo de intimidación.
La presión continúa con la insistencia de la documentación y ahora con la amenaza, constante, de llevarme detenido.
Pido que se me informe, bajo qué causas me llevarían detenido y la respuesta fue que por “disturbios en la vía pública” (situación totalmente irreal) por lo cual se comienza la mediación, brindándome la garantía de que mi documentación no será indebidamente retenida por el inspector de tránsito (siendo ésta la posición por mí esperada).
Bajo esta circunstancia el inspector de tránsito procede a labrar el acta, la cual firmo.
La Policía de la provincia se retira sin esperar que se me reintegre la documentación, como se había garantizado.
La observación fundamental es el estado de presión que vivimos y de abuso constante de los distintos tipos de autoridad, incluidos de aquellos que son funcionarios independientes y a cargo de nuestra seguridad como es la Policía de la provincia, encontrándome totalmente desamparado.
Ezequiel Bertorello
DNI: 34.277.917