Escribe: Gaspar Bachanini
En el bosque de Las Perdices, San Lorenzo recibió a Rivadavia de Arroyo Cabral. En un entretenido partido, el visitante sacó a relucir su chapa y se impuso por tres goles a uno. Lo que le permite afrontar el siguiente encuentro con mayor tranquilidad, además de contar con la condición de local.
La fría tarde perdiceña, contrastó plenamente con el calor que emanaba el verde rectángulo. Desde el primer minuto se pudo observar a dos equipos que salieron decididos a llevarse por delante a su rival. Cada uno con su libreto diferente, pero sí con el mismo objetivo: conseguir la victoria.
El local se plantó en la cancha, con un equipo que alternó entre jugadores de experiencia y nuevos talentos que siempre lo nutren positivamente, intentando cuidar el balón a través de la precisión de Andrés Agosto y tratando de lastimar en ofensiva por medio de la buena sociedad entre el habilidoso Angaramo y Jonathan Silva.
Por el lado del visitante, se observaba a un elenco muy sólido en el fondo que si bien no podía plasmarlo en el resultado, parecía tener siempre el control del partido, más aún cuando la pelota pasaba por los pies de Franco Rojas y Berterame y llegaba limpia a sus potentes delanteros.
Las acciones de peligro fueron recurrentes durante la primera mitad. Tanto San Lorenzo como Rivadavia tuvieron sus ocasiones pero la falta de precisión a la hora del último toque fue un impedimento que acechó en los dos equipos. Las chances dilapidadas por Gudiño, Franco Rojas y Ferrer y un penal no cobrado por Guzmán a favor del local (el asistente Carranza levantó la bandera por mano dentro del área y al instante la bajó) le otorgaron dinámica a un partido que se guardó todo para la segunda parte.
La primera de peligro la tuvo el conjunto de Marcelo Santoni. Su sobrino Rodrigo ganó la posesión en el vértice del área y remató cruzado apenas afuera, avisando que el gol estaba cerca y que en la segunda no perdonaría. Acto seguido, el delantero fue protagonista de una jugada similar y a través de un toque suave, batió la resistencia de Pereyra para desatar la alegría de toda la parcialidad verde.
A partir de allí, Rivadavia comenzó a manejar los tiempos generando cada vez más espacios en campo rival. A los 27’ el ingresado Gozzerino se encontró con la pelota en la puerta del área y cruzó su disparo lejos del arquero para poner el dos a cero. Golpe de nocout para el local que, si bien pudo haber descontado por medio de Viotto si Gudiño no se interponía luego de su cabezazo, siguió sufriendo los embistes visitantes.
El siguiente cachetazo estaba al caer y solo la poca efectividad estiraba la agonía, hasta que Franco Garis metió un gran centro hacía la ubicación de Franco Santoni y este, sin dejarla picar, ensayó un derechazo que se incrustó en el primer palo de un indefenso Pereyra.
Una leve reacción del anfitrión, le permitió a los dirigidos por Villegas llegar al descuento después de una gran jugada que inició el talentoso Angaramo y terminó definiendo Jonathan Silva, para concretar un gol de gran factura y un resultado que sería definitivo.
Ahora cada uno deberá replantearse sus falencias, sabiendo que de cara al próximo choque Rivadavia va a tener la condición de local y contará con una merecida ventaja por lo hecho en Las Perdices.
La figura
Entre varios puntos altos en la visita, se destacaron por sobre el resto las actuaciones de Franco Rojas y Rodrigo Santoni. Ambos cumplieron en sus posiciones y fueron peligro constante para la defensa rival. El mediocampista estuvo intratable por la banda izquierda mientras que el delantero sigue manteniendo su relación con el gol.
El árbitro
Actuación para el olvido de Carlos Guzmán. Sus fallos fueron discutidos permanentemente debido a que nunca transmitió la seguridad que exige este tipo de partidos. Dejó jugar más de la cuenta y obvió dos penales claros perjudicando una vez a cada equipo. Al igual que sus asistentes, Alexis Carranza y Mariano Maldonado, no estuvo a la altura de la circunstancia.