Como estudiantes de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM) nos sentimos profundamente preocupados por las declaraciones efectuadas en este medio, el pasado 5 de junio, por padres de alumnos del IPET Nº 111 “Ramiro Suárez” de La Playosa.
Creemos que las mismas están provistas de cuantiosos y graves errores conceptuales en cuanto a la función docente, que conllevan un carácter virulento y que promueven estigmatizaciones para con los alumnos y personal docente de ese colegio.
Y visto que en la comunidad universitaria somos más de uno los que nos esforzamos día a día por capacitarnos y recibirnos, y que un futuro no muy lejano, rige la posibilidad de encontrarnos al frente de un aula, es que queremos dejar taxativamente en claro los siguientes puntos:
1) Que resulta ridículo responsabilizar a docentes, directivos y personal de una escuela por las “condiciones edilicias y de higiene de cada uno de los espacios del colegio”, “la construcción de un internado para el buen descanso de los chicos” y “la falta de servicios como agua potable, luz, gas y matafuegos”.
Los directivos, docentes y el personal del colegio no tienen en absoluto ninguna responsabilidad en estas tres cuestiones. Las condiciones infraestructurales y de higiene en colegios públicos provinciales de enseñanza media deben ser proporcionadas y aseguradas por la Gobernación de la provincia, en este caso encabezada por el gobernador José Manuel de la Sota y su ministro de Educación, Walter Mario Grahovac.
Nos llama poderosamente la atención que desde la Intendencia de La Playosa no se haya dejado en claro esto a los padres de los alumnos estando en contacto con ellos y que debamos ser nosotros quienes tengamos que hacerlo. Esperamos que no exista mala fe por parte de la Intendencia de La Playosa para con el colegio “Ramiro Suárez”.
2) Que es absolutamente errónea la exigencia de “personal idóneo para que trabajen en las diferentes problemáticas sociales” por los padres del colegio, ya que el docente cumple y debe cumplir con una única función en el marco de su rol como educador, que es, por supuesto, la impartición de conocimientos científicos, sociales y humanísticos para con sus alumnos.
El docente NO es un trabajador ni asistente social. Y las escuelas NO son guarderías de chicos donde los padres puedan depositarlos. Son los padres quienes tienen la responsabilidad de criar a sus hijos y no lo son los docentes. Y que en todo caso, los docentes no son responsables de esos mencionados “malos hábitos, como fumar” y que responden más bien a una realidad social que excede el ámbito educativo en tanto que son más propios de nuestra sociedad en general.
3) Empero, al margen de todo lo antes dicho, reconocemos a los docentes y personal del IPET Nº 111 “Ramiro Suárez” el gran empeño y esfuerzo que depositan en brindar contención a sus alumnos, muchos de ellos, en situación de vulnerabilidad social.
Es que las problemáticas sociales responden más bien a una realidad social que no debe y ni siquiera puede contenerse, sino más bien transformarse.
Y como universitarios, con confianza en nuestros argumentos, sostenemos que todo esfuerzo de transformar la realidad social desde un oficio, sea docente o cualquier otro, resultará inútil si no se cohesiona con una lógica de intervención política, tomada ésta como herramienta de transformación social, económica y cultural para una nueva sociedad.
Ernesto Bertoglio, Maximiliano Camps, Valentín Alaniz, Carla Bertoglio
Estudiantes de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM)