Los golpes despertaron a los residentes de la vivienda. Cuando el hombre encendió la luz y salió al pasillo, un pedazo de ladrillo cayó a sus pies. Una lluvia de escombros ya había derribado los vidrios del portón de tres hojas.
Angel Mollo (36), su esposa María Magdalena (35) y la hija de ambos (18) dormían. Los estruendos sonaban adentro y afuera de la vivienda. Más de una decena de pibes, de entre 17 y 18 años, estaban lanzando ladrillos, piedras y pedazos de pared contra su casa y la camioneta Peugeot 504 que el joven albañil utiliza a diario para trabajar. La dejaron sin un vidrio sano y los abollones hablan a las claras de la furia descargada.
Se trata de una familia de bolivianos que residen en el barrio La Calera y hace 10 años, en Villa María. Los tres, dormían. “Eran eso de las 6 cuando empezamos a escuchar los ruidos. Se nos venían adentro”, contó Angel a un periodista de EL DIARIO.
Los atacantes “estaban ensañados”, aportó un vecino. Al mismo tiempo, dijo que recibió advertencias de mantenerse al margen.
El comienzo
Todo habría comenzado en un baile de la colectividad boliviana que se realizaba en el salón del Centro Vecinal de barrio Roque Sáenz Peña. Allí se produjo una gresca entre un grupo de pibes del sector y un vecino de nacionalidad boliviana que, según relataron algunos testigos, habría intentado evitar el robo de una motocicleta.
Uno de los primeros recibió un duro golpe en el rostro de parte de un joven boliviano y de inmediato un grupo con ansias de venganza se lanzó contra él, que optó por huir hacia su vivienda. Al cruzar las vías e internarse entre el caserío del barrio, ingresó por calle Estados Unidos, en la esquina de Arenales, justo detrás del cementerio La Piedad.
Fue allí cuando los perseguidores, “seguros” de que habían ingresado en la casa de Angel, iniciaron su batalla contra la propiedad. Nada pudo frenarlos, ya que al dar aviso a la Departamental de Policía, los agresores tuvieron tiempo a dispersarse, aparentemente.
Todo indica, para los damnificados, que se trató de otro integrante de la comunidad que vive a unas pocas casas de allí, pero de esta parte de la historia se enteraron recién ayer y luego que un grupo de agresores visitaran la morada “del otro paisano”, lanzando piedras y amenazando.
“Que se fueran”
“Los tipos gritaban que se fueran de acá. ¡Fuera, bolivianos! Es una locura este ataque”, dijo una familiar que llegó desde Río Cuarto para apoyarlos.
También contó que no han tenido este tipo de manifestaciones o agresiones en su contra. “A veces nos entran a robar y nos hacen algún daño. Se abusan de que estamos indefensos y no somos gente de reaccionar, somos tranquilos y no molestamos, sólo somos trabajadores que queremos trabajar”, expresó el otro pariente llegado desde San Luis.
“Somos inocentes. Nos quieren echar y estamos amenazados”, dijo María Magdalena al cronista de este matutino. Indicó, además, que al mismo tiempo que lanzaban piedras, exclamaban que “todos los bolivianos van a pagar”.
La hija del matrimonio “está shockeada, no quiere ir a la escuela, no quiere salir a la calle. Tiene miedo”, apuntaron los mayores.
Acompañamiento
Además de los familiares que llegaron desde Río Cuarto y San Luis, el presidente del Centro Vecinal de La Calera, Mariano Rubén Chiappero, se acercó a la vivienda de Mollo. Dijo que “es la primera vez que pasa este tipo de cosas y no tiene que volver a pasar”. Se comprometió a “acompañar a los hermanos bolivianos” para entrevistarse con jefes policiales, para lo que inició las gestiones, en pos de “prevenir y que no se propague”.
Puntualizó que “se deben dar los nombres” de los agresores para “que la autoridad policial tome cartas en el asunto y arregle esto. Tiene que ser la última vez”.
Otro vecino de la cuadra, dijo que intentó frenar la embestida contra la familia boliviana, pero “tenían un ensañamiento bárbaro”, describió. En el mismo sentido, dijo que le advirtieron: “Salí o te vamos a dar a vos también”.