Despojado de una cantera de músicos en gira, de ornamentación escénica y de toda la parafernalia que normalmente acompaña a una presentación de calibre internacional, el dúo pop español Amaral actuó el lunes pasado en el Teatro Verdi, ante más de 400 asistentes.
Frente a ese rosario de carencias, el guitarrista Juan Aguirre desplegó su vasta ductilidad sobre las seis cuerdas en plan electroacústico (apoyado por una pedalera de efectos) mientras que la gran Eva Amaral abonó terreno de cantante cautivadora de audiencias, plasmando un derrotero de aullidos descarnados, falsetes imposibles y un manejo admirable de tonalidades vocales; descontando su desinhibición para deambular por todo el escenario. Y eso que tuvo que lidiar con algunos detalles técnicos a la hora de ejecutar la guitarra (vale sumar a su tarea, la interpretación en armónica, piano melódico y percusión).
En materia de repertorio, los zaragozanos ambientaron -en formato intimista- obras más bien conocidas por el público promedio, como “El universo sobre mí”, “Sin ti no soy nada” o ya en los bises “Cuando suba la marea”, junto a piezas escogidas de su último álbum “Hacia lo salvaje” y de anteriores discos como “Revolución” (última canción del show, de “Pájaros en la cabeza”), que fuera interpretada por Eva a capella, al filo del escenario y en sintonía con las palmas de un grupo de fans que se había acercado a vitorear a las primeras butacas. Previo a ello, la dupla homenajeó a “la chamana” Chavela Vargas con “Rogaciano el huapanguero” y a David Bowie con una versión en español de “Héroes”.
Regalo de una diseñadora local
Como apostillas del concierto, se destacaron los reiterados saludos, menciones (como el de una espectadora que gritó “¡Eva, mi esposo te ama!”) y pedidos de canciones por parte del público al dúo, como si se tratara de un café concert. Por supuesto, la calidez y humildad de la dupla se prestó a ese “ida y vuelta”. Lo mismo cuando se recordó el cumpleaños, en medio del show, del sonidista local Luis López.
En tanto, previo al show, la joven diseñadora villamariense Cornelia Pineda le entregó en persona a Eva un vestido creado especialmente: una torerita con charreteras.
Juan Ramón Seia