La situación es muy triste. Llegamos a esta casa porque nos convocaron los vecinos. La madre y jefa de hogar no quería salir públicamente. Su compañero y papá de sus cuatro hijos, estaba trabajando.
“No queremos salir en ningún medio porque mi marido tiene miedo de tener problemas en su trabajo. Y además tenemos temor de que nos quiten a nuestros hijos”, resaltó ella. La pregunta que surgió de inmediato por parte de este cronista fue si habían tenido algún inconveniente que los lleve a temer la posibilidad de que los separen de sus herederos. “No, no, para nada, pero a lo mejor nos dicen que no podemos seguir viviendo acá y en vez de darnos una solución nos sacan a los hijos. Me muero si me quedo sin ellos”, fue la angustiante respuesta.
Es el barrio San Antonio, en inmediaciones de la capilla que hizo aún más célebre al desaparecido padre Hugo Salvato. Es calle Chacabuco 1230.
La familia, compuesta por ella, él y cuatro pequeños de 3 meses, 2, 5 y 7 años de edad, habita una muy humilde construcción con características que los ubican en emergencia total. En el patio, un baño. Después, donde duermen y comen es pura carencia. Techos de chapa, paredes resquebrajadas. El frío se cuela por todos lados. Una vecina que nos acompaña en la visita a la vivienda exhibe la condición de las paredes: y sí, es tremendo, porque en cualquier momento ceden.
Nadie puede vivir así. Ayer fue un día de mucho frío y estos nenes estaban a la intemperie, porque nada lo calma aquí.
“Necesitamos materiales”, pidió con timidez ella, de la que no damos el nombre para respetar su pedido. Mientras vecinos resaltaron que el municipio hace oídos sordos a este cuadro y no ha venido ningún asistente social, la jefa de casa no entra en reproches y sólo pide que alguien le done una puerta (la que tienen no da más) y materiales para que su compañero pueda edificar una vivienda digna y habitable.
Hace 9 años que llegaron a este inmueble. No había nadie y se quedaron. Hoy están pagando para evitar el desalojo judicial, según explicó la entrevistada.
¿Cómo se alimentan? “Cuando mi marido tiene suerte y agarra unas changas, usamos toda esa plata para comprar mercadería. Y así tiramos: hacemos guiso, lo que sea”, describió.
Además, recibe la Asignación Universal por Hijo. “Son mil pesos por mes”, confirmó.
Aseguró que los pequeños están vacunados y los que están en edad escolar, asisten a clases, a la Escuela Manuel Belgrano de esta ciudad.
Llegó de Santa Fe y ha hecho gran parte de sus jóvenes 23 años acá, en Villa Nueva. Hoy vive en una situación desoladora, ella y los suyos.