Escribe: José Argarate
El más grande sindicalista cordobés soportó con valentía y estoicismo su trágico destino.
Los hombres y mujeres con profundas convicciones se agigantan ante los infortunios y tragedias. Sólo los cobardes que participaron de esas jaurías humanas, hoy, en este estado de pleno derecho y democracia, piden pacificación y reducción de penas para los genocidas, por temor a que ellos sean sentados en el banquillo de los acusados, que sería justicia que así sea.
Fatídico 1974
En ese fatídico año 1974 es intervenido el colegio secundario comercial Manuel Belgrano, dependiente de la UNC, institución de gran prestigio académico, moderno y con planes de estudio progresistas para esa época.
Como interventor es designado el abogado peronista de la ortodoxia, Tránsito Rigatuso, y como secretario académico, el docto Hugo Lafranconi.
Se modifica todo, se instala un régimen militarista, se cambian los planes de estudio, se disuelve el centro de estudiantes y los celadores que llegan con Rigatuso son matones que andan armados en el colegio, apretando a todos y obligando a la delación.
Muchos profesores y celadores son dejados cesantes, otros renuncian. Mi esposa Carmen Atencio, que allí trabajaba como celadora, expresaba que el clima de violencia era extremo; las peleas, discusiones entre los estudiantes con los patovicas y Rigatuso eran permanentes. En una asamblea de alumnos, padres y autoridades, el interventor queda mal parado y les dice a los alumnos “que se van arrepentir”.
Once alumnos fueron detenidos-desaparecidos, sin que hasta el presente se hayan encontrado sus restos. Entre ellos estaban Silvina Parodi y su compañero Daniel Orozco. Se cree que Silvina estaba embarazada de siete meses. Su abuela, Sonia Torres, sigue buscando incansablemente a su nieto/a.
No fueron las únicas víctimas jóvenes estudiantes de “la limpieza ideológica”. Estos cavernarios asesinos emulaban a la dictadura franquista y muy especialmente a José Millan Astray, aquel que dijo “muera la inteligencia, viva la muerte”.
La UNC sacó un libro: “Arquitectos que no fueron”; se refiere a los estudiantes y egresados de la Facultad de Arquitectura desaparecidos y asesinados por el terrorismo de Estado entre 1975 y 1983.
En ese libro están registrados con todos los datos los 42 estudiantes desaparecidos.
Entre ellos, mi amigo, obrero ferroviario-estudiante Víctor Hugo Paciaroni (Barbijo), de 24 años (Conadep nro. 7.809). Para alejarse de la zona caliente, pues sabía que estaba marcado, había pedido traslado a Villa María, donde trabajó los últimos meses. Fue desaparecido en Córdoba el 3 de junio de 1976. Era hijo único y su compañera Roxana estaba embarazada de su hijo Mariano, que no llegó a conocer.
Con él, siendo muy jovencito, y otro compañero ferroviario-estudiante, Arturo Vazques, compartimos la jornada histórica del Cordobazo.
Los que hemos perdido una hija/o sabemos que no hay dolor más desgarrador que esa tragedia; agravado porque esos padres no tienen un lugar para llevarles flores o rezarles una oración. Esos hijos eran amados por sus padres, los apoyaban en sus estudios y lo respetaban en su manera de pensar y elegir la vida. Sólo un mal nacido puede haber dicho “que los padres no cuidaron bien a sus hijos”.
El Buen Pastor
El Buen Pastor funcionó desde fines del Siglo XIX como albergue de niñas y cárcel de mujeres, fundado y manejado por monjas de esa congregación.
De ellas se servía la clase alta cordobesa para conseguir mano de obra barata o semi-esclava para atender todos los requerimientos de “las casas, de los señores y niños”, eran “las sirvientitas aptas para todo servicio”, como solían decir los oligarcas chupacirios.
Durante las dictaduras cívico-militares de Lacabane y Videla funcionó como cárcel de mujeres por razones políticas. Allí estaban “presas jóvenes de entre 17 y 30 años, muchas junto con sus hijos, que en muchos casos habían parido detrás de los muros. Sus culpas eran luchar contra la dictadura y por una sociedad más justa, equitativa y con libertad.
El 24 de mayo de 1975, a las 20 horas, en un plan perfectamente organizado por el ERP, una camioneta arrancó la reja de una ventana que daba a la avenida Yrigoyen. A través de ella escapan 25 reclusas. Por razones de seguridad y para preservar las vidas de sus hijos, los dejan al cuidado de sus compañeras dentro de la cárcel.
Posteriormente, nueve de ellas fueron desaparecidas.
Es una de las tantas historias de las mujeres argentinas que han luchado con valentía por la libertad y la dignidad, exponiendo sus propias vidas. La República está simbolizada en una mujer…
El 4 de agosto de 2007, el gobernador De la Sota inaugura el Paseo Buen Pastor, un complejo turístico-gastronómico. Algo histórico fue transformado en un centro comercial, sin que una placa o algo alusivo indique que allí funcionó una cárcel, que la prisión produce profundos dolores, que contase la historia de esas corajudas jóvenes mujeres que escaparon hacia la libertad y también de los muchos compañeros que se jugaron el pellejo en solidaridad con sus hermanas ideológicas. Además de mostrar su faceta neoliberal mercantilista, de ocultar aviesamente esta historia que es de todos los cordobeses, el gobernador también pone al descubierto su misoginia (rechazo u odio a las mujeres).
Posiblemente tenga que ver con aquello que decía Angeloz de la voz afeminada del gato…
Esos años de extrema violencia, muerte, destrucción y avasallamiento de la constitución y derechos humanos hicieron que la sociedad cordobesa le diese la espalda al justicialismo.
La UCR con Angeloz lo derrotó sucesivamente en 1983, 1987-1991 y 1995; también fue una implosión y retroceso dentro del propio justicialismo, con un daño irreparable, que aún hoy no ha podido recuperarse. Basta observar los varios candidatos para las próximas elecciones y sus posturas políticas, que no tienen nada que ver con las banderas históricas del peronismo, mas aún están juntos a quienes representan lo antinacional y popular, todo el amplio espectro gorila.
Iconos
La Ciudad Universitaria, el Hogar de Ancianos, que posteriormente se destinará a la Gobernación con el nombre de Casa de las Tejas y el Instituto Pablo Pizzurno, que funcionó como un gran y excelente hogar escuela para niños/as, son bellísimos íconos de la Fundación Eva Perón, edad de oro en la justicia social.
El exgobernador Schiaretti, socio político de De la Sota, destruyó la Casa de las Tejas.
El Instituto P. Pizzorno dejó de funcionar para lo que había sido creado, transformándose en burocráticas oficinas gubernamentales.
Hoy está en el pensamiento de esos políticos rapiñeros y con ambiciones estrictamente personales, la venta de esos terrenos y propiedades. Había una leyenda popular en Córdoba que decía que todos los que pasaban por la Casa de las Tejas terminaban mal, por haber traicionado a los ancianos y a Evita. La historia no lo desmiente.
(continuará)