Abril salió el jueves último como siempre de la escuela rumbo a su casa en el barrio Industrial. De pronto, sintió unas explosiones y comenzó a ver el espeso humo que salía de la planta alta de un complejo de departamentos ubicado en la calle Lamadrid al 800, a la vuelta del Instituto Manuel Belgrano.
No dudó; tiró la mochila en la calle y en medio del humo asfixiante ingresó por las escaleras del edificio. "Yo escuché a una chica que gritaba desde la ventana pidiendo ayuda para su hijo y entré a sacarlo del fuego, sin pensar en nada", relató la jovencita a EL DIARIO.
Abril Porporatto tiene 13 años, un cuerpo menudo y ojos vivaces. Cursa segundo año en el instituto educativo del barrio San Justo y reconoce que no le va muy bien en las materias, "salvo en Historia, que me saqué un 9".
No le gusta hablar tanto de su rápida respuesta en el incendio porque entiende que hizo "lo que tenía que hacer". Aunque sabe que muchos no colaboraron. "Había unas vecinas ayudando y la otra gente se dedicó a sacar fotos desde la calle", contó.
Sobre aquella tarde, recordó el momento en el que le dieron en los brazos al pequeño Benjamín, de 18 meses. "Ya lo habían sacado del departamento, pero todavía estaba adentro del complejo, al pie de la escalera y con todo el humo. Así que yo salí con el bebé en brazos y lo llevé hasta la calle, para que pudiera respirar bien y no le pasara nada".
Justo ahí, en la calle, una mujer de otro departamento ubicado en el mismo complejo, manifestaba su preocupación porque había salido presurosa con el hijo convalesciente por neumonía, para evitar que el humo lo empeore. Pero la rapidez hizo que olvidara abrigarlo, algo que, dado su estado de salud, podía ser complicado.
Allí entró otra vez el coraje de Abril, quien se sacó la campera y el buzo del uniforme escolar para cubrir al niño que tenía neumonía.
Así, en remera, volvió a entrar todas las veces que fueron necesarias para ayudar a sacar del fuego las pocas cosas que le quedaron a Esther Mercado, de 19 años, la mujer que sufrió el incendio.
"Me contó que se iba a mudar en poco tiempo. Y ahora no le quedó nada. Era tan feo ver su tristeza cuando estaba afuera y seguían las explosiones y ella veía que se le quemaba todo: el televisor, el microondas. Todo", lamentó la jovencita.
También estaba preocupada “porque no sabía si el marido había salido a comprar algo o estaba en la habitación. Finalmente, se alivió cuando supo que el marido había salido”, relató Abril.
Con una vecina trataron de romper el protector del matafuego y en esa tarea se lastimó un poco la mano. En eso, llegaron los Bomberos. "Me revisaron y me dijeron que yo estaba bien de la mano y que nadie había sufrido nada personal, salvo las cosas de esa familia", relató.
A todo esto, ya había pasado más de una hora. Y ahí empezó a preocuparse por su madre, que la esperaba en la casa. "Ella ya había llamado a la escuela y como yo no tengo celular , no tenía como avisarle", dijo.
Una vecina que vio la decidida acción de Abril fue quien le preguntó el nombre y se comunicó tanto a la escuela como a EL DIARIO para destacar la heroicidad de esta joven.
Abril, finalmente, llegó a su casa a las 18.30. Había pasado una hora y media del horario de salida de la escuela. El hollín en la cara y en la ropa fueron la muestra para que su familia no alcanzara a retarla por la tardanza. Se había demorado para ayudar a gente en peligro. Se había demorado porque, casi sin darse cuenta, se convirtió en una heroína que dejó atrás los miedos para salvar a los demás.