El histórico dirigente del Partido Comunista (PC) de Villa María, Omar Mignola, declaró ayer en los Tribunales Federales de la ciudad de Córdoba, en el marco de la 57ª audiencia del juicio oral y público que, por delitos de lesa humanidad, se lleva a cabo por la megacausa La Perla.
Mignola, de 77 años de edad, expuso ante los miembros del tribunal por espacio de una hora y fue el primero de los cuatro testigos que comparecieron en la víspera y el número 89 que declara en este trascendental proceso penal que se les sigue a 42 represores por delitos de lesa humanidad, entre ellos el extitular del Tercer Cuerpo de Ejército, Luciano Benjamín Menéndez.
En apenas tres días se cumplirán 35 años del secuestro del dirigente local, quien fue sacado por la fuerza de su casa de barrio Güemes, frente a la vieja Escuela del Trabajo, el 6 de julio de 1978.
Casado, un hijo, dos nietos (una mujer de 23 años y un varón de 22), Mignola se ganó la vida como vendedor de productos para panaderías y militó en el PC desde muy joven.
Consultado por EL DIARIO sobre la experiencia vivida ayer en la ciudad de Córdoba, la definió como “muy importante”. Y agregó: “Me preguntaron mucho, más que nada el fiscal”.
Mignola recordó que durante el tiempo que permaneció detenido en La Perla, estuvo casi siempre atado con alambre y con los ojos vendados. “Así entré y así salí”, dijo y agregó que él y algunos compañeros estuvieron alojados “en una barraca que está cerca de la ruta, apartada del núcleo central” del expredio militar.
“No siento odio por esas personas; lo único que quiero es que actúe la Justicia”, reflexionó Mignola en otro momento de su diálogo con este matutino.
Hace 35 años...
Según recordó ante los miembros del tribunal, sus captores fueron “un capitán de apellido Claro y un mayor llamado Torres”, quienes por entonces revistaban en la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos de esta ciudad.
Tras permanecer unas horas en la Jefatura de Policía local, fue trasladado a la cárcel de barrio Belgrano y al día siguiente lo llevaron a La Perla, donde estuvo alojado hasta el 29 de julio, fecha en la que se lo derivó a la Unidad Penitenciaria San Martín (UP1), en la capital provincial.
“Nos llevaron a La Perla con las manos atadas con alambre y los ojos vendados, pero nosotros no sabíamos adónde íbamos; varios años después supe que era La Perla”, contó Mignola al ser consultado por EL DIARIO.
En su relato de los hechos ante el Tribunal Oral Federal, el dirigente villamariense dijo que “de ese lugar (La Perla) puedo recordar poco; uno estaba como adormecido o alucinado todo el día, bajo el efecto de las torturas a las que nos sometían”.
La única vez que volvió al centro clandestino ubicado de camino a Villa Carlos Paz, fue el 24 de marzo de 2007, cuando el expresidente Néstor Kirchner inauguró el Espacio de la Memoria que actualmente funciona allí.
Mignola recordó que mientras estuvieron detenidos, permanecieron vendados y atados con alambre por detrás de la espalda. “Nos despertaban a golpes y puñetazos y si querían darle mayor profesionalidad a la tortura, te llevaban a otro lugar, donde te aplicaban la picana”, explicó.
Uno de tormentos más terribles que sufrió fue el que se conocía como “la tortura del ruido”, donde los represores sometían a los detenidos a una permanente exposición al sonido de una radio con alto volumen, lo cual los enloquecía.
“No éramos clandestinos”
“No me explico por qué se ensañaron tanto con nosotros, si nuestra actividad era abierta, no éramos clandestinos”, añadió Mignola y agregó: “Hemos polemizado mucho con los compañeros guerrilleros acerca de la lucha armada. Eran hombres muy valientes, vidas muy valiosas, pero nosotros los doblábamos en edad, nuestra actividad era legal y conocida. Sinceramente, creo que (los represores) torturaban por placer, del mismo modo que violaban a las mujeres. Y si era judío y comunista, ligaba el doble”.
Mignola relató que lo interrogaron por una supuesta campaña financiera del partido: “¡Qué iba a recordar los nombres de los que estaban encargados de eso, si yo no me acordaba ni el nombre de mis hermanos! Era muy poca plata, apenas si alcanzaba para el funcionamiento del partido, y la juntábamos abiertamente”.
Añadió que antes de ser llevado a la Penitenciaría de Córdoba, le quitaron el alambre que le ataba las manos. “Tenía los brazos entumecidos y me hicieron firmar un papel... debo haber hecho un garabato”, expresó.
Torturadores villamarienses
Ante una pregunta de la jueza María Teresa Sánchez, Mignola recordó que los oficiales de la Policía que lo torturaron en la Jefatura de Villa María, previo a ser trasladado a La Perla, fueron tres efectivos apellidados Aguilera, Cragnolini y Mólgora, “pero sobre todo el primero de ellos”, precisó.
“Lo último que supe es que Cragnolini estaba viviendo en Arroyo Cabral; de los otros dos no sé si son buenos padres, buenos abuelos... no me interesa. Me pegaron a mí y a Armando Torres (exdirigente del Sindicato de Panaderos y secretario general del PC villamariense en aquella época); nos vendaron los ojos, nos esposaron por la espalda y nos empezaron a golpear”.
Otros testigos
Además de Mignola, ayer también declararon Fernando Achával, Mario Zareceansky y Juan Miller, estos dos últimos compañeros del villamariense en la UP1 de Córdoba y en la Unidad Penal 9 de La Plata, aunque a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN), es decir, que ya no eran considerados desaparecidos.
Omar Mignola fue liberado recién a fines de enero de 1981, cuando el país todavía se encontraba bajo el mando de las Fuerzas Armadas que habían usurpado el poder el 24 de marzo del 76.