Através de un comunicado, la Cámara de Productores Lecheros de Córdoba (Caprolec), con sus pares de Santa Fe, La Pampa, Entre Ríos y Santiado del Estero, manifestaron su explícito rechazo a la utilización de una hormona de crecimiento para las vacas lecheras que es de uso corriente en los Estados Unidos.
"En el país del norte, que tienen un promedio de 30 litros por vaca, es lógico que busquen mecanismos para aumentar la producción unos litros más. En Argentina, es de 18,5 litros en promedio, hay que pensar antes en darles de comer mejor antes de hablar de hormonas", dijo Diego Manavella a EL DIARIO Rural, Productor de La Laguna y presidente de Caprolec.
Con esta difusión, los productores salieron al cruce de las gestiones que están haciendo laboratorios productores del RSBT en el Senasa y en el Ministerio de Agricultura, para que se autorice la utilización de la hormona en Argentina, territorio en el que está prohibida.
A través del comunicado, las cámaras solicitan al subsecretario de Lechería de la Nación, Jorge Arturo Videla, "que interceda ante el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, a el Senasa y demás dependencias oficiales competentes, gestionando la no autorización del ingreso de la RBST a la producción de leche local".
Entre los argumentos esgrimidos, explicaron que la Comunidad Europea rechaza la leche proveniente de vacas a las que le aplicaron esa hormona, lo que podría acarrear dificultades comerciales a la industria exportadora.
Razones técnicas
Alejandro Leveratto, productor, veterinario e integrante de Caprolec, explicó a EL DIARIO Rural que ya en el año 2005, cuando era ministro de Agricultura Miguel Campos, manifestaron su rechazo al uso de esa hormona.
"Nosotros manifestamos esa postura porque, si bien no está demostrado que la leche tenga residuos de la hormona, entendemos que se complica el recibo de leche cuando se produce un poco más. Ni hablar de cómo bajan los precios", dijo.
Explicó que a través de una inyección, se acelera el metabolismo de las vacas, pero que hay que tener en cuenta que mientras más reserva corporal tiene "hay que darle más alimento. Sin comida, la hormona por sí sola no aumenta la producción".
Destacó que actualmente se consumen en Argentina unos ocho mil millones de litros. El resto de la producción (tres mil millones) se exporta. "Mientras no haya reglas de juego claras, el aumento de la producción complicaría esas exportaciones".
Sobre cuestiones sanitarias, entiende que no hay nada demostrado para argumentar que traiga consecuencias a la salud humana. "En Estados Unidos, que consumen más leche en promedio por persona que nosotros, la usan y no tienen consecuencias", dijo.
Por otra parte, argumenta que la Comunidad Europea rechaza la utilización de esta hormona, supuestamente por razones sanitarias, "aunque hay que tener en cuenta que ellos también son exportadores y si un país produce más, lo vuelca al mercado internacional y les complica el panorama a ellos".