El dinamismo del sector inmobiliario en el país en la última década tuvo un vuelco vertiginoso: el crecimiento exponencial de operaciones acompañó el ciclo positivo de la economía, fruto principalmente del exceso de ahorro del sector agropecuario que sin alternativas superiores de inversión canalizó sus reservas a la construcción, después de todo el ladrillo siempre fue un tradicional seguro en el país. Lo cierto es que la fuerte demanda presionó los precios al alza a tal punto que los valores subieron por las nubes aún sin amedrentar el interés por los inmuebles.
Sin embargo, siempre que llovió… paró, y esta panacea se frenó en seco cuando se aplicó el famoso cepo cambiario aún a pesar de la inagotable fuente de imaginación que diversificó la oferta de desarrollos. Por incertidumbre las operaciones se redujeron en un año hasta el 80% en algunos mercados.
Políticas en acción y manos a la obra. Con las compraventas del sector inmobiliario frenadas, el Gobierno ingenió y puso en marcha el famoso CEDIN, un instrumento que supone una aguda perspicacia, ya que intenta “blanquear” los verdes fuera del circuito, los que están bajo el colchón y al mismo tiempo reavivar un alicaído sector fundamental motorizador de la economía nacional.
Con esta acción el Ejecutivo mata dos pájaros de un tiro, Maquiavelo un poroto, “el fin justifica los medios” y el pragmatismo borra de un plumazo los mil y un argumentos de inequidad que la oposición lanzó con una vergonzosa rasgadura de vestiduras. Si hacemos memoria, incluso el propio Alfonsín en 1986 impulsó un blanqueo similar, ¿con qué fin? Oh casualidad, ¡la capitalización del Banco Hipotecario para la construcción de nuevas viviendas! A pesar de los válidos argumentos éticos, el nuevo retoño del Gobierno se anunció hace ya más de un mes, aunque finalmente salió al ruedo la pasada semana.
Pero ¿qué es el CEDIN?, ¿para qué sirve y cómo se aplica?
La teoría nos dice que los Certificados de Depósito de Inversión (CEDIN) son un medio de pago e instrumento financiero cuyo fin servirá para aplicarlo a la realización de inversiones en el mercado inmobiliario y/o en proyectos de construcción.
El inversor trae dólares del mercado negro y recibe a cambio el bono de curso legal, que podrá ser utilizado para el pago de operaciones de toda índole (compra de inmuebles, construcción o refacción), siempre y cuando la contraparte lo acepte.
Aquellos que dispongan del blanqueo deberán presentar certificación por la compra del inmueble o por la obra efectuada, en este caso a través de un profesional idóneo, con firma legalizada por el respectivo Consejo o Colegio Profesional. Con todo esto el Gobierno busca crear un mercado secundario que en principio le quitaría presión especulativa al dólar ilegal.
La lógica es simple y hay más que fundadas expectativas, desde la propia Cámara Inmobiliaria Argentina su presidente, Roberto Arévalo, fue contundente: "Lo vemos como muy positivo, esperamos que este instrumento descomprima el mercado y genere confianza". Lo previsto es que tanto las constructoras como los vendedores tomarán los famosos “Cedines” o verán truncado su propósito, a $7,45 que ya cotizan los bonos en el mercado con seguridad tendrán incentivos para usarlos como medio de pago y no de ir al banco a cambiarlos por dólares que cotizan legalmente a $5,41; de esa forma el Gobierno espera aumentar las reservas que tanto han bajado este último año. El tiempo reflejará la mucha o poca eficacia de la medida, aunque difícilmente se pueda esperar que seduzca a los pequeños ahorristas.
Lic. Alfredo Koncurat
Asesor, consultor de empresas
www.alfredokoncurat.com.ar