Al finalizar la entrañable y destacada puesta de “Conversaciones con mamá”, el domingo pasado en el Teatro Verdi, Pepe Soriano agradece los aplausos de pie de la platea y toma inesperadamente la palabra.
Acto seguido da cuenta de la consolidada e histórica relación que ha mantenido con su compañero sobre las tablas y anuncia, sin preámbulos, que Luis “Beto” Brandoni acaba de brindar la última función de la obra, dado que debe partir hacia un nuevo proyecto junto al director Juan José Campanella (la producción se llamaría “Parque Lezama”). Las ovaciones, entonces, no dejan de cesar. Brandoni, visiblemente emocionado, desliza un anhelo: “Esperemos que la vida nos dé otra oportunidad para reunirnos de nuevo en el escenario”.
Minutos antes, ambos gigantes de la actuación (dirigidos por Santiago Doria) habían esgrimido una destacada pieza que oscila, en balance pertinente, entre el filón emotivo y una necesaria descarga de comicidad cómplice. Dividida en dos actos, la obra escrita por Santiago Carlos Oves plantea la compleja relación entre una madre (increíblemente interpretada por Soriano) y su hijo (el Brandoni más prototípico del porteño promedio). El vuelve al seno maternal después de un tiempo con una carga de problemas (despedido del trabajo, a punto de separarse de su esposa y con una distante relación con sus hijos) y se encuentra con una madre que, como siempre, sabe cómo usar las culpas y las preguntas más filosas para destapar verdades pero que a la vez se muestra “moderna” y jovial, ya que tiene hasta un novio 13 años menor. El acto final, impregnado de una mágica y divertida despedida de la madre que acaba de fallecer, demuele cualquier resistencia a las lágrimas.
Juan Ramón Seia