Puede que el tema del undécimo álbum de Pink Floyd haya sido algo deprimente (se decía en el ambiente que era el declive mental de una estrella de rock), pero una mayor concentración en las canciones, más que en los sonidos experimentales, hizo que se incrementara el atractivo del disco. Llegó al Nº 1 en Estados Unidos y al puesto Nº 3 en el Reino Unido, mientras el disco simple se colocó en los puestos más encumbrados en ambos países, permaneciendo 15 semanas como líder absoluto en las listas y en materia de ventas. La obra titulada "The wall" (La pared), recibió la insólita e irrepetible cantidad de 23 discos de platino desde que fue publicado oficialmente en diciembre de 1979, convirtiéndolo en la placa más vendida de los años 70 y en el tercero de todos los tiempos. El éxito de "The wall" (que vendió 23 millones de copias), se vio consolidado por una versión fílmica dirigida en 1982 por el talentoso director cinematográfico Alan Parker y cuyo rol protagónico se puso en manos de Bob Geldof. Un show en directo donde se construía (literalmente) el muro, demostró ser tan elaborado que sólo se representó en un puñado de ciudades. Si bien Roger Waters basó su famosa obra en su propia experiencia, relativa a su conexión con la fama, no obtuvo los motivos suficientes para incluir al baterista Nick Mason o al tecladista Rick Wright, adictos ambos a la cocaína, razón definitiva por la que Waters los excluyó de la banda. Este LP que de algún modo fue el más abarcativo de la era del rock psicodélico, se terminó de completar en tres etapas de grabación en las ciudades de Miravel (Francia) y en Los Angeles y Nueva York.
Tocadiscos
El tocadiscos fue el protagonista esencial en las reuniones bailables caseras durante las décadas de los 60 y 70. Indiscutible rey de "los asaltos" en las casas de familia, era el principal animador a la hora de reproducir las canciones de moda por aquellos años. Se constituyó desde el momento de su invención en una auténtica revolución tecnológica, y fue generador de momentos inolvidables para millones de jóvenes que escuchaban los éxitos musicales de sus ídolos, en 33rpm o en 45rpm. Obviamente, su función esencial era la de reproducir los discos de vinilo utilizando la electricidad como propulsora del sistema y, paralelamente, logrando una más óptima calidad de sonido. Además, fue pensado para obtener otros beneficios tales como, un menor desgaste en los discos y una mayor duración en la púa, y un más exacto control del volumen del aparato. El famoso Winco fue cediendo espacio y durante los años 50 aparecerían los "combinados", eternos habitantes de los livings en cada hogar que los acogiera y que no eran otra cosa que tocadiscos que incluían aparatos de radio.
Atilio Ghezzi
Especial para EL DIARIO