Un paciente entra en la consulta del psiquiatra y se recuesta cómodamente. Se podría pensar que va ser psicoanalizado si no fuera porque el sillón que ocupa se parece al de un dentista y junto a él hay una pantalla táctil. En realidad, está a punto de someterse a una sesión de terapia de estimulación cerebral para tratar su depresión. En torno a un 25% de quienes padecen la enfermedad no responde al tratamiento farmacológico incluso después de haber tomado varios tipos de antidepresivos.
El especialista le coloca sobre la cabeza una bobina que emite impulsos magnéticos que, a su vez, generan una corriente eléctrica que activa las zonas implicadas en la alteración emocional.
Esta técnica acaba de recibir la aprobación para ser utilizada de forma habitual en Estados Unidos , aunque se viene utilizando desde hace más de una década en varios países, entre ellos España.
El organismo estadounidense que regula la aprobación de fármacos, alimentos y dispositivos médicos, la FDA, acaba de aprobar el primer aparato para suministrar la denominada terapia magnética transcraneal: Neurostar TMS, de la empresa Neuronetics. Los psiquiatras que la emplean creen que ese ha sido el espaldarazo definitivo para un tratamiento que no es totalmente nuevo. Uno de sus “padres” científicos es el español Alvaro Pascual-Leone, quien coordinó desde la Universidad de Valencia el primer ensayo clínico controlado sobre su aplicación en pacientes con depresión, que se publicó en la revista 'The Lancet' en 1996.
Desde entonces han pasado muchas cosas. El procedimiento -cuyos orígenes se remontan aún más atrás y que sirve para diagnosticar y tratar otras patologías psiquiátricas y neurológicas- ya se ha administrado a más de 10.000 pacientes y en países como Canadá o Israel se emplea de forma habitual en muchas consultas. En España se ha introducido más tímidamente y apenas se usa en la sanidad pública, pero un número creciente de clínicas privadas confía en este método para “rescatar” a los enfermos que, tras haber probado diversos fármacos, siguen sin poder decir adiós a su depresión.
Tanto ha cambiado el panorama que el propio Pascual-Leone ya ni siquiera trabaja en Valencia. Actualmente dirige el Centro Berenson-Allen para la Estimulación Cerebral no Invasiva, adscrito a la Universidad de Harvard (en Boston, Estados Unidos). Esta institución tiene una experiencia acumulada de aproximadamente una década y, en estos momentos, aplica el método a unos 200 pacientes, a razón de 10 diarios. “Aproximadamente un 60% responde al tratamiento, lo que quiere decir que deja de tener depresión”, afirma el científico valenciano.
A diferencia del “electroshock”, la estimulación magnética no provoca convulsiones, no precisa anestesia y tan sólo presenta efectos secundarios muy leves y transitorios, como dolor de cabeza en un reducido porcentaje de personas. Se aplica durante un período de entre cuatro y seis semanas en múltiples sesiones de 30-40 minutos cada día. Lo normal es que el paciente no sienta ningún tipo de molestia.
Pascual-Leone expone las bases de su funcionamiento. “Cuando pasas una corriente eléctrica por una bobina de cable de cobre y la colocas sobre la cabeza del sujeto, se genera un campo magnético que penetra en la piel, el hueso y el cerebro”. Como este órgano es un conductor de electricidad, en él se induce una corriente secundaria.
Fuente: ídem
Otras notas de la seccion Tiempo de salud
Diez preguntas acerca de cirugía de aumento de mamas
"Amamantar y trabajar ¡logremos que sea posible!"
Más del 60% de los argentinos padece de reflujo gastroesofágico
Jornadas de Salud Mental
Aumentan casos de verrugas genitales causadas por el virus del papiloma
|