Media década tuvo que soportar Rivadavia de Arroyo Cabral para dar la vuelta olímpica. Cinco años de una espera que ayer, bajo la gélida tarde de invierno, finalizó con el calor del festejo-desahogo de su gente y el puño cerrado de sus protagonistas, una imagen acorde con la campaña del equipo en el Apertura y a tono con este conjunto de hombres exitosos que logró reunir Marcelo Santoni para elaborar la gesta.
Luego de empatar sin goles ante Alem, en una final cargada de fricciones, el equipo cabralense consiguió darle un abrazo a la gloria y hubo señas de reconocimiento ajeno, por todo lo que trabajó el grupo para conquistarla. Un grupo inteligente para sostener el 1-0 de la ida y capitalizar las falencias de su rival, a pesar de los pesares.
Después de todo, Rivadavia entraba a escena con ventaja y era Alem quien debía modificar el presente para continuar con la historia (el "León" había ganado el Apertura 2012 ante el "Verde"). Entonces Santoni pidió seguridad en el fondo, prolijidad en el manejo y dientes apretados para conservar las posibilidades rumbo al título.
El equipo cumplió. Y con Franco Garis (héroe del partido de ida) en el banco de suplentes desde el arranque, esta vez quien se destacó fue su hermano, Samuel, el joven que volvía de una suspensión para ser titular. Un ariete fundamental para la primera consigna: anular al mejor hombre rival, Ricardo Juárez, en labor que hizo a la perfección. Pero el "flaco" fue por más y, saliendo desde el fondo, cortó todo lo que Alem podía generar en la zona de gestación.
De ahí en más, Rivadavia no sufrió atrás y se hizo fuerte en la tenencia de la pelota cuando el juego pasó por Lionel Strumia, la otra gran figura de la cancha, quien complicó circulando por la zona media y dejó una encrucijada en el "León" difícil de resolver, sobre todo porque Marcos Berterame fue socio ideal, mientras en la vereda de enfrente, Diego Rivera quedó limitado por una amonestación tempranera.
Con semejante panorama, Rivadavia terminó erigiéndose como el mejor en la primera etapa, cuando estuvo cerca de ponerse arriba en el marcador, pero no encontró puntería en las definiciones de Rodrigo Santoni y Federico Ferrer o se topó con un par de buenas intervenciones del arquero Alejandro Maggi.
Alem sintió cómo Juárez terminaba asfixiado por Garis y sólo contó con algunas esporádicas apariciones de Andrés Agosto y Maximiliano Le Roux. Poco para lastimar a una defensa cabralense que, por capacidad y altura, supo responder ante cada pelotazo frontal.
Tarjetas y nervios
La segunda final pareció cambiar el clima cuando llegaron las tarjetas: a los 21 minutos, primero Ferrer, y más tarde Juárez y Ponce, se fueron expulsados por agresión sin pelota. Entonces Alem, con 10 hombres, arremetió contra Rivadavia, que se quedó con nueve.
El empuje de su público, siempre ruidoso y expectante, dio ilusiones al equipo villanovense, que atacó con el adelantamiento de Diego Acosta, el ingreso de un delantero (Gustavo Cerutti) y una serie de centros desesperados que fueron conjurados por Márquez, Garis y compañía.
Rivadavia debió reunir a su gente en el fondo y siempre dejó dos jugadores para el contragolpe, algo que pudo haber surtido mayor efecto si los ingresados Franco Gozzerino y Franco Garis hubiesen convertido en ocasiones propicias que se le presentaron en los últimos minutos.
De todas maneras, como en el partido de ida, por la claridad de sus conceptos expuestos en cancha, Rivadavia terminó siendo mejor que su oponente y esperó el final del partido para amigarse con el éxito.
Alem, esta vez, se quedó con las ganas y esa sensación de "qué hubiese pasado si tenía en cancha a los delanteros que se lesionaron" previamente (Porporatto y Figueroa), aun sabiendo que Rivadavia fue su talón de Aquiles durante todo el campeonato.
El equipo cabralense, no obstante, demostró a lo largo del certamen que su potencial tenía destino de título: un arquero proyecto y realidad (José Gobbi, ganador del Clausura con Argentino), una defensa fuerte, aguerrida, una zona de volantes con jugadores de buen pie y una dupla de ataque con personalidad, sostuvieron la idea de un entrenador que sólo visualiza la gloria como su apasionada forma de vivir el fútbol.
Los simpatizantes cabralenses hicieron lectura del momento y estallaron de júbilo cuando el árbitro Julio Fernández, de correcta labor, marcó el cierre del Torneo Apertura en una "Placita" bajo efervescencia.
En la celebración a los saltos de sus jugadores, las lágrimas emotivas de sus hinchas y la euforia generalizada, Rivadavia desafiaba la lógica: el verde suele florecer en invierno.
Síntesis del partido
Rivadavia: Gobbi 7; Gudiño 6, Márquez 6, S. Garis 7 y M. Rojas 6; F. Santoni 5, Berterame 6, Strumia 7 y F. Rojas 6; R. Santoni 5 y Ferrer 5. DT: Marcelo Santoni
Leandro N. Alem: Maggi 7; A. Elhall 5, Pedernera 6, Acosta 7 y C. Agosto 6; Martínez 4, Grande 4, Rivera 4 y Juárez 4; Le Roux 5 y A. Agosto 5 DT: Ernesto Morello
Cambios: 2' ST Gozzerino (4) x F. Santoni (R), 14' ST Ponce (4) x F. Rojas (R), 26' ST Cerutti x A. Elhall (A), 35' ST Y. Elhall x Rivera (A), 36' ST F. Garis x R. Santoni (R), 45' ST Plaza x Le Roux (A).
Amonestados: Gobbi, S. Garis, M. Rojas, F. Santoni, R. Santoni y F. Garis (R); C. Agosto, Rivera y A. Agosto (A).
Expulsados: 21' ST Ferrer (R), 24' ST Ponce (R) y Juárez (A); 44' ST Grande (A).
Jugado en: Plaza Ocampo.
Arbitro: Julio Fernández (Córdoba).
Público: 2.700 personas, aproximadamente.
Las fotografías
1) La infaltable vuelta olímpica fue con jugadores, dirigentes y simpatizantes
2) Con el “chori” en la mano y la boca llena de festejos, el niño celebró para la foto
3) Santoni consuela a los hermanos Elhall
4) Alegría en las figuras del partido: Garis y Strumia