Siete vecinos de barrio Palermo se concentraron ayer en la vía pública, en inmediaciones de la vivienda del conocido dirigente de la Unión Cívica Radical, Felipe “Kililo” Botta, para reclamar ante los medios de comunicación por la obstrucción de una calle, lo que ocurrió precisamente por la extensión de ese inmueble.
En diálogo con la prensa, los frentistas expusieron su malestar y aseguraron que tenían la firma de muchos vecinos más, quienes adherían a la queja.
El planteo fue entregado por escrito el 4 de julio pasado a la Municipalidad de Villa María para que tome cartas en el asunto. Hasta ahora no obtuvieron respuestas.
La familia Botta habita en una casa de calle Garay y Chacabuco de este barrio que costea al Ctalamochita. La calle Chacabuco “muere” al enfrentarse al ingreso a esa vivienda a través de un portón. Es decir, la residencia veda a los habitantes de la ciudad el paso hacia la zona de la ribera por esa arteria.
Esto no es nuevo. Los vecinos consultados por este diario recordaron que el hecho se suscitó durante la Intendencia de Miguel Angel Veglia, quien gobernó Villa María previo al primer mandato de Eduardo Accastello, quien asumió el poder en 1999.
Los frentistas que entregaron una nota a la comuna pidiendo una solución resaltaron que “según planos catastrales de Rentas de la provincia de Córdoba, es clara la delimitación teórica que debería existir”.
“La calle Chacabuco tiene un ancho de 14 metros y aproximadamente 50 metros de fondo por cuadra, constituyendo así un terreno de 700 metros cuadrados, con un valor estimativo de más de 1.000.000 de pesos, demostrando una especulación financiera indignante”, sostuvieron.
“Los vecinos queremos que se tome en cuenta que la calle Chacabuco se debería extender hasta Salomón Gornitz, pero se encuentra obstruida por un garaje particular”, le indicaron a la Secretaría de Obras Públicas del municipio.
En su charla con los medios, apuntaron que el defensor del Pueblo, Luis Rey, expresó por nota que el titular del inmueble no contaba con la autorización correspondiente a movimientos de suelos, pidiendo la labranza de actas pertinentes y la intervención de la Justicia de Faltas.
“Agotamos el diálogo”
Carlos Molina, uno de los consultados por la prensa, aseguró que “agotamos la vía del diálogo” con el dirigente radical, que “siempre se negó a conversar”.
“Esto fue de a poco. Paulatinamente se fue quedando con esa calle. Primero dejaba un camino para el paso de la gente hacia la costa y después lo terminó tomando”, aseguró.
Cuando se les planteó si tenían expectativas de que su reclamo sea escuchado, fueron tajantes: “No tenemos esperanzas porque no se trata de tener esperanzas, se trata de una exigencia con fundamentos”.
“Nosotros no queremos enfrentarnos a Botta ni tenemos nada en particular, estamos hablando de algo que es justo”, afirmaron. Y contaron que en una ocasión, “Kililo” les dijo que “cuando se iluminara detrás de la propiedad la devolvería”.
Se lamentaron de que todavía no hayan tenido respuestas de la comuna y que trataron de mantener el tema fuera de la línea política. Molina fue contundente cuando dijo que ningún otro vecino hubiese podido hacer lo mismo sin que generara la actuación estatal, dejando traslucir un privilegio por ser un dirigente de peso en la ciudad.
Qué dijeron los Botta
Tras la palabra de los vecinos en inmediaciones de la vivienda de los Botta, EL DIARIO buscó conocer qué pensaba la familia de este reclamo.
El hijo de “Kililo”, también llamado Felipe y militante de la Juventud Radical, señaló que no harían ninguna aclaración a los medios.
“Si hay dudas sobre la calle, cuando se presenten ante la Justicia, ellos expondrán sus razones y nosotros las nuestras”, fue lo que dijo el joven.
En barrio Palermo hay polémica por el tema más allá de esta situación particular. Por eso, cerca de una treintena de frentistas firmó una nota en la que pide que se ordene “de manera definitiva y justa la problemática de las delimitaciones de los espacios públicos y privados”.