El insistente ulular de varias sirenas cortó el aire frío de la madrugada de ayer en la ciudad, despertando la alerta en los vecinos del centro. Es que se había declarado un incendio en la Clínica Gregorio Marañón.
Pronto, las calles aledañas al centro de salud se transformaron en circuito exclusivo de autobombas que acudían a combatir el fuego y ambulancias que transportaban pacientes que eran evacuados y derivados a la Clínica de la Familia y al Hospital Regional Pasteur.
Eran las 5.33, según se informó desde Bomberos, cuando sonó el teléfono del Cuartel para pedir auxilio porque se había declarado un incendio en la Unidad de Terapia Intensiva (UTI) de la clínica.
“Las llamas más pequeñas tenían 50 centímetros de alto, otras llegaban hasta el techo y había un espeso humo negro. No nos dio tiempo nada más que a sacar a los pacientes”, relató más tarde en conferencia de prensa Darío Quinodós, uno de los directivos del sanatorio.
“No tenemos claro qué pasó, estamos en etapa de evaluación. Y no tenemos ninguna hipótesis”, señaló Fabián Lozita, otro de los responsables, y agregó: “No hemos podido evaluar los daños todavía, porque no hemos podido entrar al lugar del siniestro. Están trabajando los peritos y el fiscal”.
En efecto, el fiscal de Instrucción del Segundo Turno de los Tribunales locales, Gustavo Atienza, quedó al frente de la investigación de lo ocurrido.
Peritos de Bomberos de Córdoba serán los encargados de establecer qué ocurrió.
Un muerto y 27 evacuados
Como consecuencia del incendio, perdió la vida un anciano de 81 años que se encontraba alojado en la UTI, donde había otros cinco pacientes internados.
Se trata de Carlos Delbono, oriundo de Pasco y tío del intendente de aquella localidad.
Según indicó Lozita, se derivaron 27 pacientes, el total de los internados tanto en la UTI como en las salas comunes. Diecinueve fueron llevados a la Clínica de la Familia, seis al Pasteur y dos a sus propios domicilios, ya que “pueden continuar con sus tratamientos de manera ambulatoria”, aseguró Lozita.
También se aclaró que los recursos humanos de la propia clínica fueron afectados a la atención y seguimiento de los pacientes evacuados.
Asimismo, se hizo saber que, más allá de que el área de terapia intensiva quedó fuera de servicio, la atención de los consultorios externos y la guardia del Marañón seguirán funcionando con normalidad.
Lozita aclaró también que ningún integrante del cuerpo de trabajadores de la clínica -maestranza, enfermería, médicos- sufrió lesiones por el hecho, y aprovechó para agradecer el trabajo y la predisposición de los trabajadores.
El directivo hizo extensivo el agradecimiento a los Bomberos, la Policía, la Municipalidad y a las demás empresas de ambulancias privadas que participaron de la tarea de evacuación y socorro, en medio de “una de las peores situaciones que le tocó vivir a la clínica” en su existencia.
En efecto, cabe consignar que aún en el archivo de los más memoriosos de la ciudad no hay registros de un siniestro semejante en alguna clínica de Villa María.
Y aún en medio de la consternación, es importante mencionar que el fuego no se propagó más allá de la UTI, lo que, dentro de la tragedia, fue una buena noticia.
Efectividad
Poco más de una hora duró el operativo de evacuación coordinado por Bomberos, que tuvo un resultado altamente satisfactorio.
El jefe del Cuartel, Gustavo Nicola, comentó a los medios que el éxito del procedimiento en parte se debe a que hace un mes la institución había realizado un simulacro de siniestro en el que participaron todas las ambulancias de la ciudad y debido a ello, todos estaban preparados para hacer su parte.
Indignación
Sin embargo, para algunos de los familiares de los pacientes que se encontraban en la clínica pasando la noche al cuidado de los suyos, los 60 minutos que duró la evacuación transcurrieron en medio de la confusión y la indignación, ya que sintieron que ni desde la clínica ni desde los Bomberos se dio crédito inmediato al pedido de socorro.
Una mujer apuntó, incluso, que ella misma había llamado a los Bomberos desde su teléfono celular y “no me dieron bolilla”, comentó a un cronista de este medio.
Una versión, una explosión
Más allá de que desde la esfera oficial se haya dicho que no existe por el momento ninguna hipótesis y desde la Fiscalía se trabaja en un estrictísimo secreto de sumario, EL DIARIO pudo conocer una versión de los hechos por medio de una fuente vinculada a la investigación.
Según esta versión, por algún motivo que no queda claro aún, habría explotado un tubo de oxígeno dentro de la Unidad de Terapia Intensiva y, en pocos segundos, las llamas se propagaron, voraces.
Inmediatamente, sonó la alarma y se dio aviso a los Bomberos y a la Policía.
Minutos más tarde, 10 patrulleros llegaron casi al unísono a la Clínica Marañón. Los Bomberos, al parecer, tardaron un poco más. Es que nadie daba crédito a lo que estaba pasando.
Habrá que esperar los resultados de las pericias.
La misma fuente dijo que, además del anciano fallecido, hubo otros pacientes con importantes quemaduras, incluso uno bastante grave.
Sin embargo, este cuadro no se reconoció oficialmente.
Un paciente conocido
Dentro de los pacientes alojados en la UTl de la Marañón se encontraba el joven futbolista Lucas Bolatti, oriundo de Las Perdices, quien hasta hace un par de meses vestía la camiseta de Atlético Ticino.
Hace un mes y medio, el muchachito debió ser operado de urgencia, primero por una dolencia hepática; luego por una infección pulmonar por la que le practicaron una traqueotomía que lo mantuvo en dependencia de un respirador artificial, y luego fue intervenido quirúrgicamente por un mal gástrico.
La última noticia que se tenía de Bolatti había sido proporcionada a este medio por el padre del propio jugador, quien había señalado que Lucas se encontraba en franca recuperación. Ya tomaba las cuatro comidas diarias y de a poco le quitaban la asistencia respiratoria mecánica.
Ese era el cuadro el pasado viernes 26.
Ayer a la madrugada, Lucas volvió a dar muestras de su temperamento, pues según relató un allegado, cuando advirtió la situación en la que estaba, se zafó de los mecanismos a los que estaba conectado, se arrojó de la cama y se arrastró unos metros, buscando salir de la habitación. Una enfermera lo vio y lo asistió. Lo pusieron en una camilla y lo llevaron a la Clínica de la Familia, donde se encuentra internado en buen estado.