El pasado sábado, invitado por el Instituto de Extensión de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM) y la Asociación Civil Eduardo Requena, el doctor Juan Alberto Yaría dictó un seminario abordando la temática “La complejidad del fenómeno adictivo. Análisis semiológico, estructural y desde una teoría de la angustia”.
Este seminario forma parte del Diplomado y Posgrado en Formación de Operadores Comunitarios para la prevención de la drogodependencia, pero pudieron participar del mismo todas aquellas personas interesadas en la problemática.
Yaría es psicólogo, doctor en Psicología de la Universidad de Belgrano y máster en Drogodependencia de la Universidad de Deusto, España. Además, es exdirector de la Maestría en Drogodependencia de la Universidad de El Salvador, exdirector del Instituto de Prevención de dicha casa de estudios y actual director de Gradiva, una comunidad terapéutica que desarrolla sus actividades en la ciudad de Buenos Aires. Escribió diversos libros, entre los cuales se pueden mencionar “La existencia tóxica”, “La cultura del malestar: drogadicción, alcoholismo, SIDA, drogas, posmodernidad y redes sociales” y “Familia, escuela y drogas”, todos ellos títulos de necesaria consulta para quienes trabajan con la temática de las adicciones.
Cabe mencionar que Yaría trabajó en un tiempo para Jorge Mario Bergoglio y a raíz de ello escribió un artículo denominado “El Papa Francisco y las drogas”, del cual se destacan algunos fragmentos:
“Definir es una ‘salvación’ en muchas circunstancias. Tomar posición, especialmente en momentos críticos, es pacificante. No hay tibieza posible en el tema de las drogas y máxime teniendo en cuenta las consecuencias de un uso masivo. Con la simpleza de la sabiduría, el Papa, aunque para nosotros sigue siendo monseñor Bergoglio o el padre Jorge, tomó distancia de proyectos legalizadores o de liberación del consumo. Largas charlas tuve con él cuando fui secretario de Drogas en la Provincia entre el año 93 y el año 2000 y luego como director del Instituto de Drogodependencia de la Universidad del Salvador. Tuve oportunidad de participar en la formación teórica y social de uno de sus máximos referentes actuales en las zonas de las villas de emergencia. Conozco su sensibilidad sobre el tema. Me parecen cercanos en el tiempo las charlas en el subte o los encuentros casuales en la calle Florida, donde el tema de las sustancias ocupaba su preocupación. Para él, el dolor de hoy de los jóvenes y la familia pasaba por la muerte anticipada que era asegurada por la dependencia a las sustancias. Escuchándolo sentía aquello que enseñaba Ortega y Gasset sobre que el hombre era proyecto, vocación y misión y que se tronchaba y esterilizaba cuando las drogas inauguraban su esclavitud”.
“No hay improvisación en su discurso, ya que surge de la vivencia de cómo se había transformado Villa Soldati desde su infancia en Flores y de su tarea parroquial y lo que hoy era en una versión siniestra. Me narraba historias de fieles y familias desvencijadas y aniquiladas. Mientras expresidentes discuten vías de liberación de las sustancias en forma progresiva con el apoyo de financistas y algunos pocos intelectuales, pero con ONG muy activas y con amplia penetración mediática, Francisco simplemente dice: ‘No es la liberación lo que podrá reducir la propagación’. Educar, prevenir y rehabilitar es la consigna. Luego el Estado tendrá que orquestar las vías para enfrentar el delito organizado que basa su plusvalía en la venta de sustancias que dañan la salud pública (concepto llamativamente poco pensado, pero de alto contenido ético y social). El pensamiento pragmático y narco-legalizador con ropaje economicista y supuestamente ‘progre’ encubre los viejos dilemas de la explotación y la esclavitud”.