Nativo de una convulsionada zona del sudoeste del Mississippi, escenario de cruentos enfrentamientos por los derechos civiles de la comunidad negra en los Estados Unidos, sus datos filiatorios se acentaron en el registro civil del pueblo, como Ellas Otha Bates.
Con el paso de los años y a medida que fue afianzándose en el terreno de la música, él mismo modificó estos datos oficiales para comenzar a presentarse simplemente como Bo Diddley, conocido en el mundo del espectáculo como "el arquitecto del rock and roll". Desde pequeño sintió por todo lo musical, un estímulo profundo y, a los 8 años, pidió que le compraran un violín. Paralelamente comenzó a tocar la batería y el trombón en la banda de la iglesia de su pueblo, McComb (Mississippi), teniendo como norte imitar lo más prolijamente posible a su ídolo, John Lee Hocker, un mito viviente del blues por aquellos años, tanto como el prestigioso Muddy Waters.
Lo curioso de BD es que, aprovechando sus habilidades manuales (perfeccionadas en una escuela de oficios), aprendió a construir violines y guitarras y a la edad de 15 años diseñó la suya, su primera guitarra rectangular con la que un año después compuso y ejecutó su primer tema, "Don't want no lyin woman". A principios de los 70 realizó varias giras por Europa, material que posteriormente fue incluido tras su filmación, en películas como "Keep on rockin", en la que su imagen aparece acompañada de otros míticos personajes del rock, como Janis Joplin, Jimi Hendrix, Chuck Berry y Jerry Lee Lewis.
Este singular compositor e intérprete comenzó a codearse con espacios de privilegio y varios de sus éxitos empezaron a aparecer en las listas de los más preferidos de la afamada revista Billboard, publicación que, junto a algunas señales de radio, rotulaban a estos ritmos como "música racista".
Los autos de los 60 y 70
Tengo fresco el recuerdo de aquellos autos a los que tuve oportunidad de subirme, por diferentes circunstancias, y que pertenecieron a familiares, amigos o simplemente conocidos que se detenían para alcanzarte a algún punto en particular. Conservo imágenes nítidas de mi tío Enrique, propietario (entre otros autos y marcas), del famoso Siam Di Tella negro y posteriormente del hidalgo Morris color bordó. También recuerdo con impecable nostalgia el Kaiser Carabela color negro de mi tío Angel que, procedente de Río III, trasladaba a su prolífica familia para reunirnos (éramos más de 30) durante las fiestas de fines de año. Tambien supe compartir viajes en los muy cotizados Valiant II, III y IV, y en mi barrio (siempre el centro sur), el DKW (el Unión) con motor de dos tiempos de los propietarios de la tintorería de la zona, las familias López-Aráoz y, por cierto, la risa y la comicidad socarrona que se desprendía del Ford Falcon cremita del querido "Chuchi" Costa. Y en esta danza de recuerdos de autos y anécdotas, bien frescos permanecen en mi memoria el 3CV de mi padre, Atilio, y el 404 de mi hermano Rodolfo. Seguramente muchos de los lectores de nuestro periódico, tendrán gratos recuerdos sobre las cuatro ruedas de estos fierros inolvidables que transitaron las calles y rutas argentinas.
Atilio Ghezzi
Especial para EL DIARIO