En 1926, la entidad que presidía el insigne educador villamariense, impulsó que una calle de la ciudad llevara el nombre del filósofo, médico y psicólogo experimental, quizás sin conocer el costado racista de esta reconocida figura nacional. Sobral también se opuso como diputado a los juegos “Evita”
El 31 de octubre de 1926, al cumplirse el primer aniversario de la muerte del doctor José Ingenieros, se realizó en Villa María un importante acto con motivo del cambio de nombre de la calle Córdoba por el de la reconocida figura pública.
Lo hecho fue el resultado de una iniciativa y pedido de la Biblioteca Bernardino Rivadavia al Concejo Deliberante tendiente a honrar la memoria del maestro de las juventudes de América y valor intelectual más puro y más alto de la hora, según lo decía el doctor Antonio Sobral en un memorable discurso donde resaltaba del homenajeado haber consagrado su vida a la belleza y a la investigación de la verdad.
Los párrafos anteriores corresponden a comienzos de la reflexión efectuada por el doctor Leo Ambrosino y compartida con EL DIARIO.
En el escrito remitido a nuestra Redacción, el también exalumno del Instituto Secundario Bernardino Rivadavia pone en cuestión algunas acciones de Ingenieros y Sobral
“Seguro habrá sentido Sobral admiración al leer su famosa trilogía de doctrina moral: El hombre mediocre, Las fuerzas morales y Hacia una moral sin dogmas, y quizás puesto en práctica alguna de sus enseñanzas. Habrá aprendido también de Tiempos nuevos, Tratado del amor, Las doctrinas de Ameghino y otros libros donde el maestro sembró la semilla de su talento”, señala Ambrosino en su producción, antes de decir: “Pero tal vez no leyó o prefirió no opinar sobre algún contenido de ‘Crónicas de viaje’, una recopilación de notas escritas durante su recorrido por el Viejo Mundo en 1905, cuando asistió a un Congreso de Medicina y el director del diario La Nación, Emilio Mitre, lo invitó a realizarlas”.
“Porque entre tantos atrapantes relatos sobre lugares emblemáticos de Europa, Ingenieros termina con una descripción de los habitantes africanos de Cabo Verde, tan cruel e increíble para un científico como él que los cataloga como una ‘turba de negros zambulléndose en el mar para atrapar una moneda’ y los considera de una raza inferior. Sostiene que la esclavitud debió mantenerse”, resalta el profesional que también cumplió la función de corrector del linotipo libros “Vida y obra de Antonio Sobral” , tomos I (1974) y II (1979).
“Los millones de personas que votaron a Barack Obama para elegirlo presidente del país más poderoso del mundo, no deben estar de acuerdo con Ingenieros…”, ironizó el autor de la misiva.
s Sobral y los
Torneos Evita
“Cuando leo en la sección Culturales de EL DIARIO del 11 de julio sobre los trabajos referidos al programa ‘El pensamiento vivo de Antonio Sobral’ con el agregado de que no es una tarea para elegidos, me permito opinar sobre los escritos de Gloria Luz Casas que apoya la posición del diputado Sobral oponiéndose a los Torneos Infantiles Evita por considerar que ‘la práctica del deporte en la infancia, incentiva la egolatría deformando su integridad moral, pues desarrolla el nefasto concepto del dominio basado en el poder y la fuerza’”.
Vale aclarar que los campeonatos infantiles de fútbol comenzaron en 1948 y que la sesión del Congreso aludida se realizó el 28 de julio de 1949, cuando en el tratamiento del proyecto de ley que otorgaría una contribución del Estado a la Fundación “Eva Perón”, la bancada de la UCR le asignó al doctor Sobral la tarea de oponerse a la mayoría oficialista.
“Es que solamente un legislador de la capacidad y experiencia sobre el tema, podía encontrar argumentos pedagógicos para sostener una posición contraria a los campeonatos infantiles, después que en un solo año más de 100 mil niños había pasado por primera vez en su vida por un examen médico completo con la finalidad de detectar enfermedades cardíacas, endémicas, respiratorias y otras en un programa que aplicó el doctor Ramón Carrillo, el mejor sanitarista de América que por supuesto murió pobre y en el exilio en Brasil, gracias a la Libertadora”, indicó Ambrosino.
“El doctor Sobral podía hacer de cualquier intervención suya en el Congreso, una brillante pieza de oratoria, pero negar el valor del deporte en la infancia (en este caso), cuando el doctor Carrillo sostenía que cada chico que practicaba deportes era una cama menos en el hospital, fue por lo menos una intervención poco feliz del insigne pedagogo villamariense”, acotó.
“Para este insignificante y eterno alumno del maestro de la juventud y ex estudiante del colegio de Sobral, estas dos personalidades seguirán en su sitial, aunque alguna vez pudieran haberse equivocado”, concluyó.