“Voy a la muerte, tengo la seguridad de que voy a morir, pero la causa que defendemos no admite demora. Estoy enfermo de asco desde que se encaramó en el poder el tirano. No puedo ni quiero hablar de esto..., lo que hay que hacer se hará. Yo seguramente no podré verla, pero surgirá una Cuba nueva, limpia y diferente”.
Horas antes de partir para el Moncada, Elpidio Sosa González (foto) pronunció estas palabras, que hicieron realidad la Generación del Centenario y demás combatiente que, desde ese momento, continuaron la lucha hasta el derrocamiento de la tiranía de Batista.
Su niñez y juventud transcurrió en Sagua la Grande, lugar donde nació el 4 de marzo de 1929. De procedencia campesina, Elpidio cursó la enseñanza hasta el octavo grado en la escuela rural ubicada en la finca “Salvador”.
Vivió en casa de una tía en Santa Clara. Después fue viajante de la firma “Hilos Capitolios de La Habana”, en zonas villareñas y en 1949 se trasladó a la capital con la familia, donde trabajó en la cafetería propiedad del padre como mozo, hasta que encontró empleo en otro bar de La Habana.
Ingresó en el Partido Ortodoxo, conoció a Fidel y Raúl Castro, Abel Santamaría, Jesús Montané y otros revolucionarios.
Elpidio era alegre, entusiasta, muy amante de las frases humorísticas. Pero de sentimientos patrióticos y justicieros y un tenaz defensor de los derechos de los obreros. Por eso organizó el sindicato en el bar Oriente, donde trabajaba, por lo que tuvo problemas con el dueño.
Conoció las obras de Lenin, de Martí, Ingenieros, Pablo de la Torriente, por lo que afincó sus ideas progresistas.
En los días de los preparativos para el asalto al Moncada, ante la falta de dinero, Elpidio planteó a los dueños del bar la venta de su plaza por 300 pesos, lo que aceptaron. Esa cantidad la destinó al movimiento.
En la finca “Siboney”, en Santiago de Cuba, realizó los preparativos para el asalto a la libertad y el 24 de julio partió para oriente para cumplir su palabra: cayó muerto en la acción que inició el camino hacia una Cuba nueva.
El 26 de julio pasado hizo 40 años que esta historia del gastronómico revolucionario fue contada por el diario Vanguardia.