Cuarenta kilómetros al oeste de Villa General Belgrano, donde Calamuchita es más Calamuchita que en ningún otro lado y hay bosques de pinos haciendo el amor con las sierras, La Cumbrecita descansa plácidamente. Es el rubí que corona el valle, a 1.450 metros de altura. Una aldea irresistible, promotora de la visita, con su marcado talante suizo-alemán y sus paisajes de montaña. Postales que en invierno, muchas veces con la nieve de invitada, potencian el espíritu alpino de la región.
Con esa impronta tan característica, el único pueblo peatonal del país se hace de seguidores. Los recibe presto, con el calor del hogar encendido en el hotel o la cabaña, y gastronomía centroeuropea para decorar. Después, da de beber al viajero con dos propuestas. Una surca las callecitas de la comuna, mostrando los rasgos de la arquitectura y la cultura local. La otra palpa la pureza del lugar, con visitas a cerros, arroyos, bosquecillos, ollas y cascadas que rodean y bañan por dentro.
Adentro
Fundada a mediados de la década del 30 por inmigrantes alemanes, La Cumbrecita expone el legado recibido de aquellos en cada adoquín. Las casitas van emperifolladas con techos a dos aguas, tejas, balcones, detalles en madera y la piedra sólida en los muros. Tal semblante se repite en los iconos “urbanos” de la localidad, como el Castillo, la romántica Fuente hecha con lapacho, la Capilla y las plazas de los Pioneros y del Ajedrez.
En torno al cemento y al árbol, los lugareños se pasean abrigados y con las mejillas curtidas por el clima invernal. La mezcla racial es llamativa y enriquecedora. Rubios ojos azules, hijos de los pioneros, y morenos, hijos del valle, se juntan en feliz comunión. La mayoría vive del turismo, de la forestación, y de los aires prodigiosos que se respiran en este rincón de Córdoba.
Afuera
Ahora, es tiempo de intimar con los colores que Calamuchita arroja en la actual época del año. Para ello, basta con alejarse unas pocas cuadras del centro y comenzar a disfrutar de la riqueza natural. La primera parada es La Olla, una pequeña laguna de aguas profundas y gran pureza, retoño del arroyo Almbach. Remontando el cauce del agua hacia el oeste aparece la Cascada Grande (14 metros de altura) y hacia el este, el Lago de las Truchas. En las adyacencias de este último surgen varios senderos que se adentran en la montaña. Entre ellos los que llevan a las Tres Cascadas, el lago Esmeralda, la cascada Abanico y el cerro Wank.
Regresando a los límites de la comuna, indispensable resulta la visita al bosque de Abedules. Y alejándonos nuevamente hacia el oeste, vale conocer el punto panorámico de El Indio y de El Peñal, así como el Cementerio Alemán. Los más aventureros pueden probar suerte con la caminata que lleva a la Cascada Escondida.
Ya a la salida de La Cumbrecita el cielo, las piedras y una desolada campiña se unen en La Pampita, una preciosa llanura 100% Sierras Grandes, apenas decorada con los lejanos pinares de las praderas y el paso de algún que otro baqueano a caballo. Es Calamuchita, más que en ningún otro lado.