Cinco testigos comprometieron ayer la situación procesal de Hugo Atilio Calderón (45), el agricultor y remisero de Hernando que comenzó a ser juzgado por el asesinato de su exconcubina, Soledad Andrea Salguero (28), ocurrido la noche del 6 de octubre del año pasado.
Se trata de la madre de la víctima, Liliana Edith Salguero; de los hermanos Jésica Ivana y Diego Ezequiel Salguero, y de las amigas Mónica Liliana Ocampo y María Raquel Guzmán, quienes “dispararon munición gruesa” contra el confeso homicida durante la extensa jornada inaugural del juicio oral y público que se lleva a cabo en la Cámara del Crimen local, en el quinto piso de los Tribunales de Villa María.
En efecto, esta primera audiencia demandó casi cinco horas de debate y concluyó minutos antes de las 15, oportunidad en la cual la presidenta del tribunal, Silvia Saslavsky de Camandone, dispuso un cuarto intermedio hasta hoy a las 9 para la continuidad del proceso con la recepción de otros siete testimonios.
Tenso debate
Las deliberaciones tuvieron dos momentos de particular tensión: uno a poco de comenzada la audiencia, cuando la mamá de Soledad se quebró emocionalmente y arremetió contra Calderón reclamándole a viva voz “por qué me hiciste eso, malparido” y otro sobre el final de la sesión, cuando la testigo Guzmán aludió irónicamente a una infidelidad de la que había sido víctima el acusado durante su primer matrimonio.
En el primero de los casos, el llanto de Liliana Salguero se propagó a otras personas presentes en la sala y derivó en un arrebato por parte de su concubino, quien se abalanzó hacia el estrado con la aparente intención de agredir al acusado, pero su accionar fue rápidamente neutralizado por el personal policial que custodiaba la sala.
Se abstuvo
La audiencia se inició apenas pasadas las 10 (una hora más tarde de lo programado), y tras la lectura de la pieza acusatoria por parte del secretario Roberto Jue, Calderón hizo uso del derecho constitucional que le permite a todo imputado de abstenerse de declarar, sin que ello signifique presunción de culpabilidad.
De esa forma el confeso homicida de Salguero mantuvo la misma posición que siempre adoptó durante la instrucción de la causa, aunque en esta oportunidad aclaró que “por el momento” no iba a comparecer, por lo que no se descarta que pueda hacerlo más adelante.
Datos personales
En tanto, sí declaró sobre condiciones personales, lo que posibilitó conocer que nació en la ciudad de Hernando el 14 de setiembre de 1967; que al momento de ser detenido por este hecho se ganaba la vida trabajando como agricultor y remisero, aunque también solía trabajar para contratistas rurales, y que antes de formar pareja con Salguero (en 2007), estuvo casado con Mariela Vigani, con quien contrajo matrimonio en 1990 y de quien se divorció en 2001.
Asimismo, Calderón dijo en la sala ser padre de dos hijos: una joven de 18 años, producto de aquella relación con Vigani, y un nene de 5, cuya mamá era la joven asesinada.
No tiene antecedentes penales y registra último domicilio en Santa Marta 451, en barrio Bello Horizonte de Villa María, la casa de la abuela materna de Soledad, donde supo hospedarse en varias oportunidades desde febrero de 2012 hasta que fue detenido, el 13 de octubre del mismo año.
Conoció a Soledad en Hernando y cuando ella quedó embarazada se radicaron en una humilde y pequeña vivienda ubicada en Ituzaingó y pasaje Formosa, en barrio Lamadrid de esta ciudad, lugar donde la joven fue asesinada alrededor de las 23.30 del sábado 6 de octubre pasado.
Dolor de madre
El primer testigo de la audiencia fue precisamente la mamá de Soledad, quien se constituyó en la causa como querellante particular (acusador privado), con el patrocinio del abogado local Juan Antonio Rusconi.
Visiblemente conmovida, Liliana Salguero no pudo siquiera comenzar su declaración, porque ni bien prestó juramento estalló en llanto. En esas circunstancias, miró a Calderón y con la voz entrecortada inquirió: “¡Por qué me hiciste eso, malparido!”.
Sus lágrimas parecieron propagarse al resto de la sala, porque varias mujeres que ocupaban las bancas del público (familiares y amigas de la víctima) también comenzaron a llorar.
Fue entonces cuando un hombre que se encontraba sentado en el fondo del recinto se levantó intempestivamente y pretendió llegar hasta el lugar donde se hallaba el acusado, pero fue interceptado por el comisario Juan Carlos Arias y luego por otros efectivos policiales que custodiaban la sala.
Gritos e insultos
Se produjo allí un incidente que incluyó gritos y algunos insultos, pero la cosa no pasó a mayores por la rápida acción de la Policía, como así también del personal del Servicio Penitenciario, que con sorprendente rapidez retiró a Calderón del recinto para apaciguar los ánimos.
Con el acusado fuera de la sala, Liliana Salguero pudo declarar con cierta tranquilidad. Así, y ante una pregunta del fiscal Francisco Márquez, admitió que su hija estaba trabajando como alternadora en una whisquería de Hernando cuando conoció a Calderón, que ya se ganaba la vida como remisero.
También recordó que el acusado sacó a Soledad de esa vida, que ambos convivieron unos seis años y que de esa unión nació su nieto “Panchito” (Rodrigo Francisco).
“La relación fue buena durante los primeros años, pero después todo mal”, señaló la mujer, y agregó que al poco tiempo de venirse a vivir a Villa María, “ella no quería estar más con él”.
Liliana añadió que Calderón no le gustaba para su hija “porque era muy grande” (de edad), opinó que “se hacía el buenito”, dijo que “tomaba bastante alcohol” y que “se drogaba”, aunque admitió que “Soledad también lo hacía” desde los 18 años.
“Ella era muy buena; por ahí tenía sus momentos de locura, pero era una chica muy buena”, relató la mujer y agregó que “nunca la vi golpeada ni se quejó de algún maltrato por parte de Calderón”.
Entre otras expresiones, Liliana sostuvo que “del 7 hasta el 10 de octubre él vivió en la casa de mi mamá” (en barrio Bello Horizonte) y que ante la misteriosa desaparición de Soledad, él le dijo que se había ido “con una amiga en una camioneta blanca”.
Por otra parte, la testigo señaló que desde algún tiempo antes al crimen su hija “iba a visitar a la cárcel a un muchacho que la conocía de Hernando”, porque era “una relación antigua”. Interrogada al respecto por el fiscal Márquez, la mujer recordó que se trata de un joven llamado Facundo Fonsfría.
Posteriormente relató que en una oportunidad su hija le envió un mensaje de texto desde su celular a la madre de Fonsfría, pero por error se lo mandó a Calderón.
Tras declarar por espacio de una hora, Liliana Salguero se retiró de la sala llorando.
“Panchito vio cómo la mató”
El segundo testigo de la jornada fue Jésica Salguero, quien relató que tres días después de la desaparición de su hermana el pequeño “Panchito”, pese a tener por entonces 4 años, le contó que su papá le había pegado con un palo a Soledad y que luego la agarró del cuello, en clara referencia al estrangulamiento del que fue víctima.
“El vio cómo la mató”, agregó la testigo, y que por ese motivo fue a la Policía para declarar lo que le había contado su sobrino.
Más adelante, Jésica sostuvo que “la Sole no quería saber más nada” con Calderón y que “él aparentaba ser bueno, pero terminó siendo un asesino”, aunque reconoció que su hermana “no era de quedarse callada” y que “se insultaban mutuamente”.
En otro momento de su declaración, dijo que “después de matar a mi hermana (Calderón) fue a lo de mi abuela, donde comió y durmió, hasta que se fue a trabajar a un campo del sur provincial”.
Durante el comparendo de Jésica, el abogado de la Querella ofreció como nueva prueba una carta manuscrita confeccionada por Soledad a fines de diciembre de 2007, cuando la joven -ya embarazada de “Panchito”- decía estar enamorada de Calderón, aunque admitía que la relación era difícil.
Finalmente, la testigo reiteró que un par de meses antes de ser asesinada su hermana “iba a visitar a la cárcel a un chico con el que estaba saliendo, porque ya estaba separada de Calderón”.
“Se peleaban”
El tercer testigo de la jornada fue Diego Salguero, quien del mismo modo que su madre y su hermana, sostuvo que Soledad “no quería estar más con Calderón” y que en los meses previos al crimen “se peleaban todo el tiempo”.
Además, refirió que cuatro días antes del crimen “él le sacó el documento y se lo escondió para que la Sole no pudiera entrar a la cárcel”, donde visitaba a Fonsfría.
Dijo que Calderón “era uno más de la familia” y, cuando compareció en la Fiscalía donde se instruyó la causa, sostuvo que “ella lo trataba bastante mal y lo basureaba”. Asimismo, en aquella declaración dijo que el acusado “era buenazo, tontazo, pero un tipo trabajador”.
Ojo lesionado
Posteriormente declaró Mónica Ocampo, amiga de la víctima y expareja de Carlos Salguero, tío de la joven asesinada, quien recordó que el lunes siguiente a la desaparición de Soledad vio que Calderón tenía un derrame en el ojo izquierdo y un rasguño en el pómulo, y que se había colocado crema para que la herida cicatrizara.
Al igual que los otros testigos, Ocampo dijo que “Sole no quería estar más con él” y recordó aquel episodio ocurrido el 2 de octubre, durante el cumpleaños de la abuela materna, cuando el acusado le quitó y escondió el DNI para impedirle entrar a la cárcel a visitar a Fonsfría.
“Muy asustada”
Finalmente testimonió María Guzmán, quien de arranque nomás sorprendió a todos al sostener que “no lo veía a Calderón como un tipo agresivo, porque si la primera mujer lo había gorreado con su hermano y él no le hizo nada, ¿por qué le iba a hacer algo a Soledad?”.
Las reveladoras expresiones de la mujer continuaron cuando contó que Salguero le había dicho que estaba “muy asustada” por aquel mensaje de texto que le había enviado a Calderón por error y que “tenía miedo de que la matara”.
Guzmán dijo también que la última vez que vio al acusado fue “el lunes siguiente a la desaparición” y que le vio el ojo rojo y un rasguño en la mejilla. Asimismo, admitió que su amiga “fumaba marihuana, pero no tomaba y no se prostituía”, como lo había hecho cuando trabajaba en el bar de Hernando.
Al ser preguntada sobre la relación de la joven con Fonsfría, afirmó que “ellos eran novios, pero él (por Calderón) no lo quería entender”. Dijo además que “al principio la relación fue en secreto”.
Por último, señaló que el acusado “no se quería ir de la casa (de Ituzaingó y Formosa), pese a que, desde hacía dos o tres meses, la Sole le venía diciendo que no quería saber más nada con él”.
Las fotografías
1) Hugo Calderón junto a su defensor, el abogado hernandense Mario Bongianino. El confeso homicida se abstuvo de declarar, aunque dio a entender que podría hacerlo más adelante
2) Familiares y amigos de Soledad Salguero se dieron cita en la sala del quinto piso, donde se produjo un incidente menor a poco de comenzado el debate
3) De izquierda a derecha, el fiscal Francisco Márquez, la querellante particular (Liliana Salguero) y su representante legal, el abogado Juan Antonio Rusconi
4) Jésica Salguero leyó la carta que su hermana le escribió a Calderón a fines de 2007, cuando todavía estaba enamorada
5) Jésica, Diego y Liliana Salguero, hermanos y madre de la joven estrangulada la noche del 6 de octubre del año pasado en la vivienda de Ituzaingó y pasaje Formosa, en barrio Lamadrid
6) Mónica Ocampo (izquierda) y María Guzmán, las amigas de Soledad que declararon durante la audiencia de la víspera