Un relato en el que ya no creen ni ellos mismos.
En verdad: un cuento.
Estamos saturados y aburridos de tanto embuste.
Ocurre todos los días, en todos los ámbitos, en todas las circunstancias.
El artificio tiene su matriz en la Casa Rosada, donde habita la presidenta de los argentinos. Y se derrama, generoso, en el territorio nacional.
Y no es nuevo, ni reciente.
Ya tiene más de diez años. Suficientes para identificar y atribuir autorías, cargos y responsabilidades propias.
Una de las últimas películas la podemos ver en nuestra tierra, en estos días de consulta popular, a pocas horas de la coronación de las PASO.
Aplaudimos el espíritu y el propósito de la ley sobre las elecciones primarias y obligatorias, porque propicia el acto democrático por excelencia: el respaldo popular a quienes reciben ese mandato para legislar y gobernar.
Sin embargo, el propio Gobierno la convirtió en argucia, cuando el dedo fue el único instrumento que utilizó para postular a quienes deben sostener su relato.
Idean, empujan y sancionan leyes, pero son los primeros en incumplirlas. Como la de la reforma política.
Y, por ejemplo, las disposiciones sobre la veda electoral.
En este espacio es imposible repasar los actos y atropellos que los gobiernos de la Nación y la Provincia han cometido, haciendo añicos el artículo 93, inciso cuarto, de la reforma política, cuando establece que "durante la campaña electoral, la publicidad de los actos de gobierno no podrá contener elementos que promuevan; expresamente la captación del sufragio a favor de ninguno de los candidatos a cargos públicos electivos …".
Y, puntualmente, la campaña electoral en la vía pública.
Nuestra agrupación partidaria interna contrató espacios privados para difundir sus candidatos y propuestas. Cumplió con todos los requisitos exigidos, evitando lastimar el paisaje ciudadano.
Y aquí también el relato pulveriza la realidad.
En la obra en construcción de Yrigoyen y San Luis y en otros lugares similares de la ciudad, nuestros carteles, instalados en sectores privados, según permisos y autorizaciones correspondientes, fueron enchastrados, dañados y destruidos con la publicidad oficial, por intermedio de ejecutantes que obedecen órdenes de quienes se dicen paladines de la libertad de expresión y de la virtud del diálogo y el respeto por el otro, pero que, en realidad, van por todos y por todo.
La foto prueba que el relato es un cuento que únicamente cree el fanático.
Nora Landart
UCR Cambio Radical