En este año de la fe, en que Dios nos regala un Papa argentino, Etruria también celebra la alegría de haber llevado a los altares un cura cordobés, que por actuar tan simple y humano muchos lo llaman el “Cura Gaucho”.
José Gabriel del Rosario Brochero es un cura cordobés que desarrolló su pastoral en Traslasierra, brindándose a su pueblo en cuerpo y alma, comunicándose con su feligreses con un lenguaje llano y fecundo. Etruria también se siente orgullosa de celebrar con alegría el paso del Cura Brochero por las calles del pueblo.
El 19 de agosto de 1901 llegó en tren, acompañado de su comitiva y de la Banda de Música de Villa María. Venía desde Córdoba a bendecir el Campo Santo, que desde el centenario de su existencia fue llamado “Cementerio Cura Brochero”.
Fue un sacerdote que presentaba el Evangelio con un lenguaje para la comprensión de gente sencilla, con palabras aplicadas a las circunstancias concretas de la vida; pasaba largos ratos en oración junto al Santísimo, momentos en los cuales sacaba inspiración para sus predicaciones.
Convencido de que los Ejercicios Espirituales de San Ignacio eran un medio conveniente de llevar los hombres a Dios, fue propulsor de los mismos y construyó con sus fieles la Casa de Ejercicios, un lugar donde llegaron hombres y mujeres a recibir el “baño del alma”, cuyos frutos son el cambio de vida para docentes, jóvenes, profesionales, sacerdotes, religiosos, matrimonios que siguen buscando la palabra de Dios, con el afán de buscar una vida mejor para sí mismos y para la sociedad.
Se interesó también por la promoción social, logrando para ellos una vida más digna y cristiana. Para ello construyó caminos, escuelas, iglesias, diques, acequias y hasta el telégrafo.
A 50 años de su muerte, el Episcopado Argentino, por medio del Cardenal Antonio Caggiano, expresó: “Brochero fue un precursor, se adelantó a las ideas de su tiempo y a los métodos pastorales y misioneros, buscando nuevas maneras de transmitir íntegramente el mensaje cristiano. Se ocupó de mejoras materiales y espirituales, enseñando, predicando, orando, convirtiendo con la palabra y el ejemplo. Amó a su parroquia dando su vida por ella”.
“Quiera Dios que su bendición nos acompañe siempre, y que su grato recuerdo nos infunda una fe más firme, una caridad más sincera, con el compromiso de ser auténticos cristianos, amando a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Pidamos que todos en la Iglesia y en especial los sacerdotes, recibamos con la Beatificación del Cura Brochero la gracia de una profunda invitación a imitar sus virtudes”, se agregó.