Vino para robar. Con la dirección de Ariel Winograd y los protagónicos de Daniel Hendler, Valeria Bertucelli, la película cuenta la vida de dos timadores; estafadores profesionales e inescrupulosos con clase y encanto. La historia comienza en un museo con el robo de una máscara y termina en la bóveda del Banco Hipotecario de Mendoza, donde se suman Martín Piroyansky, un asistente cibernético de Sebastián (Hendler); el mafioso de turno interpretado por Juan Leyrado; Mario Alarcón como el padre de la chica y un inspector de policía en la piel de Pablo Rago. La particularidad del filme es que en su mayoría está proyectado en la ciudad de Mendoza, haciendo de postal turística de la zona con un guión entretenido con cierta liviandad, inclinándose al humor con sus enredos consabidos. La película retoma el género americano: el caper, o película de planeamiento y ejecución de un robo, algo parecido a La gran estafa o Los enredos de Wanda.
El Conjuro. Basada en una historia real, relata la terrorífica historia de dos investigadores paranormales reconocidos mundialmente Ed y Lorraine Warren, quienes son convocados para ayudar a una familia aterrorizada por una extraña y tenebrosa presencia que asola a los Perron y sus cinco niñas de distintas edades. Una fuerza sobrenatural asola una apartada granja de Rhode Island. Forzados por los acontecimientos, los científicos se verán atrapados en la realidad más aterradora de sus vidas.
Nada es lo que parece. Con un título que connota con el ilusionismo, el filme trata de cuatro magos modernos que utiliza sus habilidades de magia para confeccionar atracos de alta elaboración de desconciertan por completo a las autoridades. El FBI pondrá tras ellos un grupo especial para poder darles caza a tan inteligentes estafadores. El filme muestra una gran producción de acción y suspenso y está protagonizada por un elenco de renombre: Morgan Freeman, Michael Caine, Woody Harrelson, Jesse Eisenberg entre otros.
Metegol. El filme de Juan José Campanella junto a Eduardo Sacheri quien adaptó el cuento de Roberto “Negro” Fontanarrosa, “Memorias de un wing derecho”, se queda enmarañado en un guión poco claro. El medio campo de la historia y el desenlace del partido no conservan la calidez infantil, le falta candidez.
En esencia, el director de “El hijo de la novia” realiza una mixtura entre “Toy Stori” y “Luna de Avellaneda”, con apuntes iniciales de “Odisea en el espacio”, o posterior “Apocalipsis Now”, como así también las palabras del manager: “las estrellas se apagan, los cracks envejecen, los managers son eternos”, terminan siendo un mensaje para adultos. La pomposidad y soberbia del villano del filme, como el final del encuentro, son poco creíbles. Todo error que se pueda ver en el guión es subsanado por: la factura técnica, que está a la altura de los tanques mayores del norte, y el toque nativo y futbolero de su composición. También cabe destacar que Campanella es debutante en el género y sobre todo en 3D, lo que hace de su trabajo más relevante.
Resaltando valores como la amistad, el juego en equipo, y la lucha de los más débiles contra el poderoso, los seis años y los veintiún millones de dólares invertidos dieron un buen resultado, con un guión que a veces juega de suplente.
El filme cuenta la vida apacible de un pueblito donde viven la bella Laura y Evaristo, dos adolescentes que se reúnen en un bar donde el joven consagra su vida al metegol. La tranquilidad se rompe cuando Grosso regresa convertido en el mejor jugador del mundo y solo le queda vengarse de la única derrota en su vida, el 4 a 3 a favor de Evaristo. Una inmensa topadora terminará con el bar y el metegol terminará roto en un basural, que para sorpresa de Evaristo: Capi (en la voz de Pablo Rago), Loco (Horacio Fontova), Beto (Fabián Gianola) y Liso (Miguel Ángel Rodríguez), los jugadores de hierro del metegol toman vida. Juntos, emprenderán el camino de regreso para demostrar que no están acabados.