El municipio villamariense analiza qué nuevas medidas tomar ante el caos que es el tránsito en la ciudad. Así, se sabe que comenzarán a construir pasos peatonales en la costanera. Tendrán dos metros de ancho y serán de la altura de la vereda, con el fin de aminorar la velocidad de los que circulan por la zona costera, que semanas atrás se cobró la vida de un policía.
La clave es resaltar que se trata de una arteria de paseo. Harán, en un primer momento, seis pasos de este tipo.
El Gobierno admite que los reductores de velocidad que viene colocando en toda la ciudad no dieron los resultados esperados.
Gabriel Danna es el presidente del Centro Vecinal de barrio General Güemes. Ayer fue entrevistado por EL DIARIO para tener su visión sobre la problemática vial, al ser el referente de un sector situado en inmediaciones de la ribera.
“Observo que el municipio busca atender el tema colocando más semáforos, más reductores y más controles, pero si no hay conciencia de los ciudadanos, no vamos a llegar a mucho”, dijo enfático.
“No sé si es educación lo que falta, pero sí está ausente el sentido común en parte de la sociedad. No se puede circular a velocidades como andan algunos. No respetan a los demás”, se lamentó.
El vecinalista aseguró que desde la comuna consultaron reiteradas veces al centro vecinal y que también hubo reuniones vinculadas a la temática. “Creo que la salida a este problema es la concientización de la población, no sé de qué manera. Pero está visto que los reductores y demás no dan los resultados esperados”, evaluó.
El dirigente contó que supo de que en costanera y Catamarca, jóvenes que salían de una disco situada en inmediaciones “jugaban” a acostarse sobre la calle para levantarse recién cuando el automóvil que circula se le acercaba a pocos metros. “Ahí te das cuenta que no cuidan la vida”, subrayó.
Además, confirmó que hay picadas. “Se dan tanto en la costanera como en la calle Müller”, dijo.
El vecinalista apuntó que la cuestión vial causa inconvenientes y miradas diversas. “Hay vecinos que se quejan de que los reductores dañan sus automóviles, pero por otro lado hay quienes los quieren para que circulen más despacio. En Salta y Bruno Ceballos, por ejemplo, lo colocaron para que la gente pueda ir tranquila a la iglesia”.
“En otras poblaciones hay sensores en las esquinas, pero yo creo que tampoco sería la solución porque a algunos no les importa pagar la multa y, en definitiva, de nada sirve abonar dos mil pesos de multa, si la infracción se cobró una vida, a la que nada la devuelve”, declaró.
Danna también remarcó que “ocurre que disponen de controles con inspectores en cierta calle, pero al advertirlos, muchos van hacia otra arteria y cometen las mismas imprudencias”.
Y se lamentó de que la conducta en la costanera los fines de semana sea “lamentable”.
Consideró que hay que trabajar con los centros vecinales de los demás barrios situados sobre la ribera y aclaró que, desde su mirada, el acento debe colocarse sobre la educación y la concientización. También apuntó hacia los padres por lo que hacen sus hijos menores de edad.