Silvia Pereyra da valor agregado al vellón de oveja, dedicándose a las lanas artesanales hiladas en rueca con vellón de oveja. También utiliza tintes naturales. Todo comenzó cuando en 2001, con la debacle económica y social del país tras la década menemista y la administración de Fernando de la Rúa, se quedó sin trabajo.
“Fui productora de seguros intangibles, entonces tuve una capacitación súper para saber vender”, contó entre bromas. “Llegué a ser vendedora estrella en un mes para una compañía. Con el desfajase financiero en 2001 se empezaron a caer las pólizas y me quedé sin trabajo. Uno tiene que meditar mucho al momento de tomar una decisión y en ese entonces saltó el talento del arte, que hasta entonces lo tenía dormido”, describió en su charla con EL DIARIO. Y resaltó: “Si antes vendía seguros, cómo no iba a poder vender algo que sí podía mostrar”.
Silvia hace cuatro años que está en Villa María. Llegó luego de que sus dos hijos eligieran esta localidad para vivir. Son sanjuaninos. Bruno Milidoni, su heredero, se radicó aquí porque decidió estudiar la licenciatura en diseño en la Universidad Nacional, siendo el primer egresado de la carrera. Después se vino la hija. Y entonces dejó su San Juan para residir en esta ciudad cordobesa.
“La Rueca” se llama su emprendimiento y recibe el respaldo de Cáritas. Comercializa mucho a través de su Facebook y evita dejar sus creaciones artesanales en tiendas “porque eso es capital inmovilizado ya que me piden las prendas en consignación”. Ella sale adelante y vende. Ha generado una clientela estable.
“Creo que se valora lo artesanal. La gente que sabe le gusta, analiza un poncho, sabe de su calidad”, sostuvo.
Precisó que compra el vellón de oveja industrializado y lo pasa por una rueca manual. Con la lana teje ponchos, chalecos y distintas prendas. También hace fieltro, una tela que se hace con técnicas especiales.
“La rueca que utilizo es prestada, propiedad de Los Pecorinos, una cooperativa ovina. Me la prestó el ingeniero Lisandro Reale, al que le estoy infinitamente agradecida, pues sin ella no podría haber evolucionado en este saber. Mi sueño es tener una rueca propia, cuando pueda la compraré”, anticipó.
“Hace diez años empecé telar y esto creció por el boca a boca. En este momento estoy en temporada alta. Dios me ha brindado buenas clientas y la posibilidad de ser creativa. En Cáritas me ayudan de corazón y me encantaría enseñarle a la gente lo que sé hacer”, contó a este matutino y adelantó que en el verano “haré onda chatitas”.