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El Peregrino Impertinente
Bangladesh es una nación ubicada en el centro-sur de Asia, en la zona del Delta del Ganges, bien pegadita a la India. Es justamente con una de las provincias de su vecino que comparte el idioma bengalí. De hecho, en la lengua local, Bangladesh significa “País de Bengala”. Así, normal resulta que por aquellas tierras los partidos de fútbol se suspendan cada dos por tres por culpa del humo. Pero no de las bengalas, sino de los azadazos de tigre que se clavan en las tribunas.
Sin demasiados atractivos turísticos para ofrecerle al viajero, el país atrae no obstante con su patrimonio cultural. Un territorio plagado de curiosidades, donde las costumbres locales se expresan en torno a la religión musulmana, los diálogos ruidosos y la música folclórica. Melodías que resultarán muy pintorescas y sugestivas pero que, si uno las escucha por más de ocho minutos seguidos, le dan ganas de partirle un jarrón en la cabeza al flaco que toca la guitarra, el arpa o lo que carancho sea ese instrumento tan extraño e irritante.
Más allá de estos aspectos, Bangladesh se destaca por un dato estadístico que lo coloca en el libro de los récords. Los 150 millones de habitantes que viven dentro de sus 145 mil kilómetros cuadrados (un poco menos que el tamaño de la provincia de Córdoba), convierten al estado costeño en la nación con mayor densidad de población del mundo. Tanta gente en tan poco espacio provoca el permanente amontonamiento, sobre todo en las grandes ciudades como Daca, la capital. Algo así como un Festival de Peñas constante, con gente saliendo de abajo de las piedras, pero ningún Jairo ayudando a la paciencia. Sería para inmolarse al lado del que vende panchos.
Interesante Bangladesh. Sobre todo para viajar con pocos acompañantes. Grupos de más de cinco, no caben.