Con la declaración del padre de la víctima como único testigo, y tras una serie de planteos por parte de la Defensa, comenzó ayer el juicio a Cristian Sebastián Moschitari (38), por el sangriento asesinado de su expareja, Claudia Analía Rodríguez (36), ocurrido el 29 de setiembre de 2011 frente al Instituto Rivadavia.
Emilio Rodríguez aseguró que el femicida “le hizo la vida imposible” a su hija, a la que había amenazado de muerte “muchas veces”, la última de ellas el fin de semana previo al brutal homicidio.
Rodríguez compareció por espacio de 40 minutos, durante los cuales reveló numerosos detalles de la tormentosa relación que habían mantenido Claudia y Moschitari en buena parte de los 11 años que convivieron.
“Estando de novios, él ya le pegaba”, afirmó ni bien comenzó a declarar, y recordó un violento episodio vivido por su hija, “una vez que la llevó al golf y la ‘cantó’ a palos; la salvó un amigo, si no la hubiera matado ahí nomás”.
En otro pasaje de su testimonio, dijo que “cuando ella quedó embarazada de Stefanía (13), él la dejó y Claudia pasó todo el embarazo sola” y agregó que “después que nació la nena se arreglaron y se fueron a vivir a Villa Nueva”.
“Ella me ocultaba muchas cosas”, respondió Rodríguez cuando le preguntaron sobre qué sabía de la relación de pareja, aunque destacó que “él siempre la rebajaba y su familia no la quería porque decían que era una chica pobre y enferma”.
El padre de Claudia señaló que “después que nació Genaro (7), me fui enterando de que la maltrataba”, aunque sostuvo que “siempre la amenazaba conque le iba a pegar”.
“Una vez -continuó- la golpeó y la arrastró por toda la casa, delante de los chicos”.
En otro pasaje de su declaración, Rodríguez sostuvo que “después de que se separaron (unos cuatro meses y medio antes de matarla), le hizo la vida imposible: llamaba a sus amigas para hacerla quedar mal, iba a su trabajo (en la Municipalidad) para hablar mal de ella y continuamente la trataba de puta”.
Moschitari “siempre la discriminó; se hacía todo lo que él quería y como él quería… como quien dice, la tuvo abajo del zapato”. Y agregó: “Era un hombre violento, muy violento”.
Rodríguez afirmó que el acusado “la amenazó de muerte muchas veces” y citó textualmente un insulto intimidatorio que habría proferido poco tiempo antes de asesinarla a mazazos frente al colegio Rivadavia: “¡Hija de mil puta, te voy a cagar matando!”.
“Ella no podía ir al centro y casi no se animaba a salir, porque la estaba controlando permanentemente”, añadió el progenitor de Claudia, y recordó que “después que se separaron definitivamente él empezó a salir con una chica”.
Más adelante dijo además que Moschitari “la presionaba cada día más” y aseguró que “nunca se preocupó por sus hijos”, tras lo cual musitó: “Bah… con lo que hizo, ¡qué se iba a preocupar por los hijos!”.
Interrogado por el fiscal de Cámara, Francisco Márquez, el testigo recordó que a mediados de abril de 2011, es decir cinco meses y medio antes del alevoso asesinato y cuando la pareja todavía estaba conviviendo, Claudia realizó una exposición en la Policía por violencia y amenazas.
El acusador público destacó que dicho trámite se concretó a las 3.19 de la madrugada del 11 de abril, aunque luego la mujer no hizo denuncia penal en la Justicia.
“Ella no lo quería denunciar por miedo a represalias y a que le quitara los chicos”, añadió Rodríguez.
Consultado por el abogado José Luis Bertoldi, que lo patrocina en la causa como querellante particular, el papá de Claudia dijo que al momento del crimen Moschitari “era un hombre muy robusto, que pesaba entre 100 y 110 kilos”, aunque al verlo ayer en la sala después de casi dos años, opinó que “debe tener como 25 ó 30 kilos menos”.
Al concluir la audiencia, EL DIARIO le preguntó sobre las características físicas de su hija, a lo que Rodríguez dijo que “medía aproximadamente 1,65 y pesaba unos 55 kilos”, es decir que Moschitari casi la doblaba en peso.
Sobre el final de su declaración, y ante una pregunta del abogado Alberto Chiavassa (ejerce la Defensa junto a su sobrino Augusto Chiavassa), el padre de Claudia atribuyó “a los celos” el violento comportamiento del acusado, pese a que ya no eran pareja.
Un comienzo muy polémico
Pese a tratarse de un juicio oral y “público”, la audiencia se inició a puertas cerradas a raíz de un planteo formulado por Alberto Chiavassa para que el tribunal no permitiera el acceso de los medios de prensa a la sala de la Cámara del Crimen.
El letrado oriundo de Villa María, pero radicado en Córdoba, dijo que su pedido obedecía a que durante el debate se iban a ventilar cuestiones de la vida privada de Claudia, las cuales se harían públicas y podrían afectar la integridad de sus pequeños hijos.
Luego de la enfática y prolongada exposición de Chiavassa, que incluso pudo escucharse desde los pasillos del quinto piso, el tribunal les corrió vista al fiscal y al querellante, quienes se opusieron terminantemente al reclamo.
Apenas pasado el mediodía, y luego de deliberar 45 minutos, los camaristas René Gandarillas (presidente), Silvia Saslavsky de Camandone y Edith Lezama de Pereyra no hicieron lugar al requerimiento del defensor, como así tampoco a un pedido de nulidad también planteado en la ocasión sobre el accionar de la Policía al momento de detener a Moschitari instantes después del crimen.
Se abstuvo
Antes de que compareciera el padre de la víctima, y tras la lectura de la acusación por parte de la secretaria Gabriela Sanz, el presidente del tribunal le informó a Moschitari que podía prestar declaración en ejercicio de su defensa, pero el femicida se abstuvo y sólo compareció sobre condiciones personales.
Entre otros aspectos, dijo que lo apodan “Fati”, que nació en Villa María el 4 de junio de 1975 y que no registra antecedentes penales.
Señaló también que al momento de ser detenido estaba trabajando como instalador de alarmas para una conocida empresa local.
Foto 2: Cristian Moschitari se abstuvo de declarar. El padre de Claudia dijo que debe estar pesando 25 ó 30 kilos menos que aquel fatídico 29 de setiembre de 2011