Ayer a la mañana, el motociclista Heber Emanuel Faustrero, de 23 años, se convirtió en la segunda víctima fatal de la semana a consecuencia de un accidente de tránsito acaecido en las calles de la ciudad (el otro motociclista murió el lunes en el Pasteur y tenía 21 años).
Faustrero había ingresado a la Clínica de Especialidades, donde se encontraba internado tras haber padecido gravísimas heridas en la cabeza, al colisionar con una camioneta.
Pero de nada sirvieron los esfuerzos del cuerpo médico y en ese centro asistencial exhaló su último suspiro.
El accidente había ocurrido el martes, alrededor de las 14, en la esquina de Santa Fe y Estados Unidos.
Allí, por razones que se tratan de esclarecer, la Zanella 110 en la que circulaba el malogrado joven colisionó con una camioneta Volkswagen Amarok a cuyo volante iba Alejandro Ambrosini (50).
En una primera instancia, el motociclista, que no usaba casco protector, fue asistido por una unidad de Bomberos Voluntarios y trasladado al Hospital Regional Pasteur y, desde allí, derivado al centro de salud donde finalmente falleció como consecuencia del fuerte golpe que recibió en la cabeza.
Padre y estudiante
Según pudo saberse, Heber Emanuel Faustrero, oriundo de Bell Ville, se había radicado en Villa María en 2011 y estudiaba el Profesorado de Educación Física en la Santísima Trinidad. Además, era padre de un bebé de 10 meses de vida.
Noticias de ayer y de hoy
A Jorge Luis Borges le gustaba decir que no había nada más viejo que un diario de ayer. Lamentablemente, el célebre escritor no siempre tenía razón.
En la edición de la víspera, la crónica de accidente comenzaba diciendo que “las esquinas de la ciudad siguen siendo una ruleta rusa para quienes tripulan vehículos en Villa María. Y la vida parece no tener demasiado valor cuando de apretar el acelerador se trata. Si hay suerte, no pasa nada; si la fortuna disminuye, el resultado puede ir desde lesiones leves hasta la pérdida de la existencia. Pero nadie parece escarmentar”.
“Uno se olvida de que la vida es importante”
Luis Barrionuevo, amigo y compañero de estudio de la víctima, dialogó con una emisora local y dejó en el éter algunas reflexiones, seguramente, con la esperanza de que encuentren tierra fértil para madurar y crecer:
“Un compañero, un amigo, a quien nunca vamos a olvidar. Vamos a estar con la familia para apoyarla en lo que necesite. Esto es algo que nos toca vivir, que a muchos les ha pasado y hoy nos toca a nosotros”, reflexionó Luis.
“Es que en el día a día estamos a mil y por ahí uno se olvida de que la vida es importante. Hay que tener un poco de tranquilidad”, dijo el amigo, con visible pesar.
“Yo hablaba mucho con él; siempre a mil, con el estudio, el trabajo, la familia... Uno sale a la calle y va a dos mil para llegar temprano, para llegar a horario y nunca se espera esto”, agregó Barrionuevo.
“Si uno observa, la gente va a mil, no tiene precaución - me incluyo-. Estamos en un mundo donde la vida se valora poco”, concluyó Luis en diálogo con Radio Show.
Cabría agregar, en tal caso, que no es el mundo el que debe valorar la vida, sino uno mismo. Pero claro, es sólo la modesta opinión de este cronista.