El maestro espiritual bengalí Sri Chinmoy esgrimió alguna vez que “la música es el lenguaje interno o universal de Dios”. “Yo no hablo el francés, el alemán o el italiano -reflexionó-, pero si escucho la música de cualquiera de estos países, inmediatamente el corazón de la música entra en mi corazón o mi corazón entra en la música”.
Parte de dichas sentencias místicas se vivenciaron el jueves pasado en el marco del anhelado concierto brindado por el ecléctico creativo musical Hermeto Pascoal junto a su joven mujer, la excelsa vocalista Aline Morena en el Centro Cultural Comunitario.
Ante centenares de asistentes amuchados y sentados sobre el piso o parados al fondo, el artista desplegó todo su talento y versatilidad sobre una variedad de instrumentos como piano, acordeón y una gama de aerófonos que intercambiaba de vez en cuando por juguetes y muñecos infantiles, de los cuales extraía sus simpáticos “ruiditos”.
Más allá de algunas dificultades para comprender la verborragia portuguesa, la música como lenguaje en su más amplio sentido “comunicó” a los artistas y al público (la mayoría de ellos, docentes y asistentes al Congreso de Música que se desarrolla en la UNVM), no sólo transmitiendo infinitas emociones, sino sumando a la audiencia en la serie de improvisaciones que proponía el “viejo loco”, como él mismo se denomina, con la repitencia de consignas y versos inconexos.
Entre recreaciones sobre bases mozartianas o interpretaciones utilizando el agua de una pequeña pelopincho instalada en el escenario como sola percusión, el dúo invitó a músicos locales para armar una suerte de “zapada” de ritmo carioca. En ese pasaje, participaron Ariel Rodríguez en teclados, Luciano Cuviello en pandereta, Renato Borghi en bajo y Fabricio Amaya en guitarra.
Juan Ramón Seia