Escribe: Sergio Vaudagnotto
“Nosotros, los soldados que regresamos
de los combates manchados de sangre,
nosotros que hemos luchado contra ustedes, palestinos,
les decimos hoy, con una voz alta y clara:
¡Basta de sangre y basta de lágrimas!”
Palabras de Isaac Rabin
-militar y político israelí,
primer ministro 1974/1977; 1992/1995,
premio Nobel de la Paz en 1994-, pronunciadas antes de caer bajo las balas
de un fanático judío
Uno de cada tres palestinos muertos en la ofensiva israelí en la Franja de Gaza es un niño”, según estadísticas difundidas el 10 de este mes. Esto era así porque “al menos 257 niños figuraban entre los al menos 778 palestinos muertos” que se contaban entonces. Los datos surgían del Ministerio de Salud de Gaza. Y el máximo funcionario de la ONU para cuestiones humanitarias, John Holmes, describía las cifras como “creíbles” y “profundamente perturbadoras”.
Los combates siguieron y ya no había gasa suficiente para parar la sangre, por lo que las cifras se inundaron, se tiñeron un poco más y con el paso de los noticieros ya no está tan claro si son tres, treinta, trescientos o cuántos los niños que murieron. Hay que volver a calcular. Pueden ser más o pueden ser menos; más o menos. Pero bueno, hay un nuevo intento de la ONU para lograr un plan de paz... Ah, ¿no se pudo? Parece que aún tienen mucho que matar; tal vez dentro de unos días terminen. Esperemos, que no panda la impaciencia. Además, la operación “Plomo Fundido” apenas contempla la eliminación de quienes avalaron, directa o indirectamente, y a los que tal vez avalaron, los disparos de cohetes contra los asentamientos urbanos situados en las inmediaciones de Gaza (incluidos los niños, obvio).
¿Cómo? ¿Qué otra vez arrecian los “combates”? Y sí... Pero bueno… ¡Ah, la flauta!, que Israel dice que todavía le queda trabajo para alcanzar su objetivo… Pero bueno, la ONU está a punto de reanudar la ayuda humanitaria. ¿Cómo? ¿La había suspendido? ¿Por qué, che? Pero bueno, ahora la van a reanudar.
-¿En qué estás pensando?
-No, nada…
-Bueno, acá al menos hubo un acto de repudio a todo aquello.
-¿Vos fuiste?
a)-No, lo organizaron los partidos zurdos, ¿viste?
b)-Es que llovía…
c)-Etcétera.
La muerte es de derecha y la vida es de izquierda y también viceversa y hay discurso para todo y para todos. Por las dudas, no vamos. Por las dudas, no venimos. ¿Estamos? Estamos estancados, paralizados, porque no sabemos dónde ir ni qué hacer, ni siquiera tenemos en claro (como sociedad, digo) si aquellos pibes son parientes nuestros ni si son humanos, si existen, ¿existieron realmente? Ya no.
Los mataron dos veces. Los habían matado antes cuando nos limaron la conciencia con aquello de la muerte de las ideologías.
-¿Qué vamos a hacer nosotros, si ni los Yanquis pueden?
-¿No pueden?
No, porque cayó un avión al Río Hudson y estamos ocupados viendo cómo fabricamos un nuevo héroe, ya que últimamente andamos flojito. Tenemos que repartir imágenes para todo el mundo, porque el tipo, el piloto, es muy bueno y salvó muchas vidas, que es lo que nos importa. La vida de acá, es decir, porque esos pibes ¿son parientes nuestros, acaso? ¿Sionismo? ¿Qué? ¿Dónde queda? Nosotros no tenemos nada que ver con eso, tampoco participa en nuestros negocios que, afortunadamente, quedaron a salvo con el salvataje.
…
Pero bueno, ya pasó. Ahora sentimos un gran alivio porque Israel declaró una tregua unilateral. Y fijate, uno de nuestros diarios ya puso una encuesta en su página de Internet. ¿Usted cree que la tregua unilateral declarada por Israel perdurará? Sí. No. Dale, votemos que sí, seamos optimistas.
Che, pero ¿y los pibes?
Hamas también declaró un alto el fuego por una semana. Es para que el Ejército israelí se retire de Gaza y negociar con Egipto las condiciones de una tregua estable.
-¿Y los pibes?
- Te digo que no sé. Andan por el campito… No te preocupes que los que quedan vivos están a salvo. Las negociaciones entre Israel y los radicales islámicos podrían dar comienzo en cualquier momento. La paz está al alcance la mano.
¿Para qué? ¿A dónde puede conducir, en qué puede terminar una paz impuesta a punta de pistola, de cañón, de tanque? Al optimismo ciego de algunos ya hay visionarios que le contraponen las palabras de Pierres-Joseph Proudhon: “La paz obtenida a punta de espada no es más que una tregua”. Algo apenas pasajero, una bala perdida. Porque ahora hasta para politólogos progresistas la Franja de Gaza es un “vivero de radicales islámicos” que “se han convertido en el ejemplo de los Hermanos Musulmanes egipcios, quienes coquetean con las tácticas de Hamas a la hora de elaborar sus planes para la hipotética conquista del poder político”. Y porque hasta del otro lado de la frontera, en Israel, hay quien opina que la operación “Plomo Fundido” es mucho más que una mera acción de represalia por parte del ejército de Israel contra los tiros de cohetes de fabricación casera (para el profesor Asher Susser, antiguo director del Centro de Estudios Dayan de la Universidad de Tel Aviv, por ejemplo, se trata de una confrontación entre Israel y los grupos de presión no estatales -Al Qaeda, Hezbollah, Hamas- beneficiarios del debilitamiento de los regímenes árabes convencionales, léase pro-occidentales, del Golfo Pérsico). Y todo ello con el respaldo norteamericano y el silencio europeo. Casi nada.
No somos analistas de la cuestión internacional, ni siquiera pretendemos serlo. Por eso citamos a los entendidos. Pero somos humanos y presentimos de corazón que la situación se prolongará por los siglos de los siglos, a menos que todos en todo el mundo entendamos (con los dirigentes a la cabeza) que lo que sucede allá, entre el Mediterráneo y el Jordán, nos sucede a todos, nos mata un poco a todos. Y a los niños primero. Al futuro antes que nada.
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