“Mi preocupación central es cómo definir un camino para los estudiantes de Nivel Superior. Hablo de un camino que no sólo los forme, sino que, además, sea transitable”, señala el licenciado Daniel Felmand, especialista en Didáctica y Currículum y docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Y cierra su idea con una conclusión alarmante: “Este es un tema muy delicado porque en Argentina enfrentamos una gran pérdida de alumnos en el trayecto universitario, sobre todo en el conurbano bonaerense”.
-¿Qué soluciones se han implementado para evitar esa deserción?
-Básicamente tutorías, becas y apoyos para reforzar la relación con la familia. Pero aún falta un paso muy importante y es el de revisar el proceso formativo. Hasta ahora se ha intentado suplir las carencias educativas con otros cuidados, pero eso no alcanza. Es un camino muy limitado y desde ahí no vamos a resolver la situación de fondo.
-Los números indican que cada vez hay más alumnos en las universidades argentinas, pero también que un número muy escaso obtiene el título. ¿Cuál de las dos estadísticas habla de nuestra realidad educativa?
-Seguramente las dos. El aumento de estudiantes y de red de universidades es un dato alentador, ya que un país en vías de desarrollo tiene que aumentar la población con estudios superiores. Pero todo eso se está haciendo a costa de una baja eficacia en los procesos. Nuestra tasa de graduados es pobre comparada con las de otros países y debemos mejorar eso. Pero también hay que mejorar los sectores carentes, como la formación científica.
-¿Cómo es esto?
-Un país que apuesta a la tecnología necesita ciencia. Y eso debería traducirse en una mayor cantidad de alumnos en ciertas carreras. Sin embargo, la cantidad de estudiantes ha bajado considerablemente en las ingenierías. Ese es un dato que debiera preocuparnos mucho, sobre todo en este momento del país en que hay tanta demanda de ingenieros.
-¿Las universidades están desfasadas del proyecto nacional tecnológico?
-Está claro que las políticas públicas apuestan a la ciencia y a la tecnología más que en los últimos 30 años. La creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología lo revela. Hay más fondos y más disponibilidad. Pero todavía no se ven resultados muy claros en las universidades, que son más lentas para responder. Sin embargo, no tenemos que dar respuestas rápidas. Llevamos muchos años de divorcio entre Universidad y Estado. Y si bien esa relación se está recuperando, aún no hay un diálogo fluido. Hace falta apertura de los dos lados. Estos son tiempos en que aún se está regando.
-¿Qué les falta a las universidades argentinas?
-Básicamente, asumirse como agencias del Estado en función del desarrollo del país. Las universidades olvidamos que somos agencias estatales. En otros países eso está clarísimo.