Escribe: Gaspar Bachanini
La lógica en la previa parecía inundar a las parcialidades. El último campeón, un equipo de hombres y con un andamiaje más que aceitado, recibía a un Unión Social que llegaba de punto a Arroyo Cabral. No obstante, el partido fue equilibrado y en el final pudo haber sido para cualquiera.
La primera mitad sí tuvo a ese Rivadavia protagonista. Dueño del terreno y del balón, pero sin la claridad y el vértigo que lo llevó a ser el campeón reinante de nuestra liga. Sin embargo, parecía que los de Santoni llegarían al desnivel apenas se lo propusieran y así fue.
En el minuto 13, Franco Gozzerino (quien luego se retiraría lesionado) tomó la posesión sobre el sector derecho, eludió con facilidad a su marcador para luego enviar un centro rasante que sería conectado por Rodrigo Santoni en el primer palo. La definición precisa del delantero se hizo incontenible para Margaría y se convirtió en el primer gol de la tarde.
La ventaja obtenida le permitió al local desarrollarse en el terreno con mayor tranquilidad. Más aún cuando Unión Social evidenciaba incomodidad y no lograba hacerse de la pelota. Sólo las buenas intervenciones de Iván Moyano y de Alexis Andrada le otorgaban algo de oxigeno ofensivo a los dirigidos por Carciorgna, aunque sin vulnerar por completo a la defensa rival.
De esta manera, el estado de tranquilidad que adquirió Rivadavia fue mutando con el correr de los minutos. En primer turno pasó a relajación y luego, al crecer su rival, se transformó en desesperación. Sí, ese mismo Unión Social que había llegado de punto a Arroyo Cabral logró equiparar el juego en la segunda mitad y comenzó a complicar cada vez más a un desconocido Rivadavia.
Hasta que Alfio Demarchi sacó provecho de su gran pegada y mandó un centro inyectado de veneno a la zona custodiada por Gobbi. El envío con dirección hacia el arco rozó en Gudiño y descolocó por completo al arquero para convertirse en una paridad merecida, ya sea por mérito propio de ir a buscarlo y mucho también por la flexibilidad rival.
Pese al resultado en pardas y al bajo nivel de juego mostrado, el campeón sacó a relucir su chapa y al instante logró la ventaja que en la previa era lógica.
El polifuncional Strumia ejecutó un tiro libre en forma de centro, pero la trayectoria no fue modificada por nadie y el balón se metió mansamente en los tres palos de Margaría, desatando euforia en el local y gran cantidad de reclamos en el huésped. Ya que el juez Oscar Palacios hizo sonar su silbato unos segundos antes de que la pelota ingresara.
Los minutos restantes albergaron pocas situaciones en ambos arcos, la expulsión infantil de Rodrigo Santoni (exceso verbal) y la preocupación desmedida de Marcelo Santoni ante la irregularidad de sus dirigidos, quienes sufrieron el enojo del entrenador una vez finalizado el juego.
"Fuimos un desastre. Lo único bueno, y que no es un detalle menor, es el triunfo que nos deposita en la punta. Pero eso no me saca la amargura que tengo con
respecto a nuestro nivel, ya que no mostramos nada, ni en juego ni en actitud". Marcelo Santoni (foto), DT de Rivadavia
La figura
Alexis Andrada fue el punto sobresaliente del juego. El volante creativo se mostró fino en cada una de sus intervenciones y por momentos fue un dolor de cabeza para la defensa rival. Desplegó talento e intentó hilvanar circuitos de juego en la ofensiva de su equipo. En el local, se destacó la entrega y la prolijidad que impuso Marcos Berterame.
El árbitro
Mal arbitraje de Oscar Palacios. Se mostró demasiado permisivo durante gran parte del juego y luego intentó controlar el partido a través de tarjetas. Se apresuró al expulsar a Garis y Moyano. No evidenció seguridad en muchos de sus fallos y debió expulsar a Maldonado por una brutal entrada sobre Andrada, quien tuvo que dejar la cancha. Regular tarea de sus asistentes.
