Escribe:
Ricardo Fonseca, legislador provincial del Frente Cívico
Como era previsible, la ejecución presupuestaria de la provincia en el segundo trimestre refleja con amplitud el despliegue del gasto público ante la inminencia de las elecciones PASO como plataforma de lanzamiento hacia el 27 de octubre.
Lo magro del resultado eximiría de comentarios en la relación a montos utilizados, pero no puede ser abstracta la disponibilidad escandalosa que se ha hecho de los mismos. No hay partida o segmento del Gobierno en que no se haya producido un incremento sustancial en la (mala) distribución de los dineros.
Realizamos un análisis sobre los números proporcionados por el Gobierno provincial, pero quizás la deuda explique, con certezas, de qué hablamos cuando lo hacemos sobre finanzas públicas.
La deuda flotante adquiere niveles de preocupación extrema y la total es sólo sostenible con tirar hacia delante los vencimientos.
El mismo ministro de Finanzas mostró contradicciones en una entrevista con la prensa al admitir, primero, que la deuda estaba calzada y reconocer, más adelante, que probablemente los bonos futuros haya que refinanciarlos.
El Gobierno sostiene estar inserto dentro de la Ley de Responsabilidad Fiscal. Por eso abjura de considerar la deuda flotante en su totalidad y las que corresponden a agencias y organismos descentralizados.
Esa relación actual con respecto a la verdadera deuda, $27.256 millones, lejos está del 15% aceptado como norma. La recaudación, tanto provincial sobre ingresos brutos como impuesto distorsivo como el incremento de fondos coparticipables, le ha permitido ir zafando de situaciones engorrosas. Se pagan salarios regularmente, junto a jubilaciones, pero se va incrementando, paulatinamente la deuda flotante.
Del primer a segundo trimestre se incrementó en el 19,1%. Habrá que ver cómo resistirá el contexto mitómano en el que se mueve el Gobierno provincial.