A las secretarias nos asocian generalmente con una computadora, una agenda y un teléfono, secundando a alguien de mucha importancia, más profesional, matriculado o con algún título superior o de "Academia".
Sospechan muchos que tenemos rutinas comunes, repetimos latiguillos casi iguales todos los días o respondemos con "respuestas prefabricadas" valga la redundancia, digo por el "responder".
Pero ocurre que nuestro trabajo es muy invisible casi siempre (aunque ponemos la cara desde el principio al fin de cada jornada), porque en general, HACEMOS de ...
Hacemos de directivas, hacemos de contadoras, hacemos de "paramédicas", hacemos de abogadas, hacemos de empresarias, hacemos de políticos, de sindicalistas, en definitiva hacemos de "otros/otras".
Es decir...podemos hacer, la mayoría de las veces, lo que ellos/ellas, nuestros superiores hacen, pero sin título, sin reconocidos estudios, sin popularidad y sin chapa. Después de todo nadie se enterará de quién es la autoría de una nueva idea, un escrito, un trámite engorroso, una negociación complicada, porque la firma (del final) no tiene ni nuestro nombre ni nuestro apellido.
Pero existimos y saben qué, más de una vez la suerte del día de muchos depende de nosotras, que no siempre tenemos suerte.
Nos llaman secretarias, del "secretariado": ese universo multifacético en el que debes aprenderlo todo para resolverlo todo, sin que todos lo sepan.
¡Felicidades, secretarias!
R. C.