Las partes invisibles
Toda vez que una política de tránsito, no consigue los resultados que se esperan, se piensa inmediatamente en aumentar y extender las multas y las sanciones porque las existentes al no ser lo duras que deberían no son temidas, ni obedecidas y esto es un error.
La conducta humana no se corrige aumentando multas y sanciones, en realidad las conductas se rigen por valores morales, religiosos, costumbres, reglas de juego y también por desvalores y estas son las partes invisibles que no se tienen en cuenta porque al no poder verlas ni tocarlas, tampoco pueden cuantificarse y para el racionalismo de moda lo que no puede cuantificarse no existe y por eso son ignoradas. Pero están ahí presentes como imponderables muy eficientes en hacer fracasar la mayoría de estos proyectos.
Acciones y reacciones
Teniendo en cuenta que estos imponderables existen aunque no podamos verlos, tocarlos y cuantificarlos, toda vez que se programe una acción para intervenir en la realidad que se quiere cambiar la pregunta que hay que hacerse es: ¿cuáles serán las reacciones que provocará nuestra acción? Porque hay que cuidar que el efecto que se logre con su aplicación no sea contrario al que se busca, es decir, que en vez de un efecto exitoso y positivo se convierta en un efecto negativo y de rechazo.
Al respecto, yo creo que a todos nos ha tocado vivir alguna vez procedimientos de tránsito bochornosos y arbitrarios, sobre todo aquellos en los que interviene conjuntamente la Policía municipal con la Policía de la provincia y un tercero en cuestión que es la concesionaria privada del Tránsito con intereses incompatibles con los objetivos de la ley y que la mayoría de las veces generan abusos y violencias que no se corresponde con el estado de derecho.
Es un error mezclar el accionar de la Policía municipal que está para cuidar y proteger al ciudadano con la Policía que combate el delito, porque terminamos siendo todos delincuentes en vez de ciudadanos.
No hay que provocar conflictos innecesarios las acciones deben ser razonables, antes que racionales, para que merezcan el apoyo de toda la ciudadanía, en este sentido la Ley Nacional de Tránsito Nº 26.363 a la que adhirió nuestra ciudad, prevé procedimientos de prevención hoy ausentes en la política de tránsito local, como el apercibimiento y el descuentos de puntos que son muy efectivos para evitar las reiteraciones y también las faltas graves, en los que la ley prevé el retiro del carné de conducir y la extensión de otro provisorio por 30 días para garantizar el derecho a defensa que marca la Constitución, de esta manera se lograría jerarquizar el accionar de la Policía municipal y legitimar su autoridad con el apoyo de todos los ciudadanos.
Conclusión
En democracia ninguna política puede imponerse por la fuerza ni obedecida por el miedo como en los regímenes dictatoriales, en democracia las políticas exitosas son las que consiguen la adhesión de la mayoría de los ciudadanos y si es verdad “que al tránsito lo hacemos entre todos” como reza el lema sobre el tránsito, debe haber una acción que se corresponda con esta idea y no provoque un efecto contrario, que nos lleve inevitablemente a un nuevo fracaso en el control y reducción efectivo de los siniestros de tránsito, en nuestra ciudad.
Juan Quiñones