El ve­ni­de­ro sá­ba­do a las 21 se pre­sen­ta­rá en el Tea­tro Ver­di el es­pec­tá­cu­lo "Por siem­pre jun­tos", que reú­ne al le­gen­da­rio fol­clo­ris­ta Da­niel Al­ta­mi­ra­no y a la nue­va­ for­ma­ción del gru­po que li­de­ra­ra en los años se­ten­ta, "Los de Siem­pre".

Juan Car­los Cal­de­rón, Mi­guel An­gel Na­va­rro y Jo­sé Luis Sán­chez son las nue­vas vo­ces, que re­crean el es­ti­lo im­pues­to ha­ce dé­ca­das por Al­ta­mi­ra­no, Mar­tos y Sáenz.

Días pa­sa­dos, Al­ta­mi­ra­no re­ca­ló en nues­tra ciu­dad pa­ra pro­mo­cio­nar el show que ofre­ce­rá y, en diá­lo­go con nues­tro cro­nis­ta, de­fi­nió al re­na­ci­do gru­po co­mo "muy pa­re­ci­do al ori­gi­nal, aun­que adap­ta­do a los tiem­pos que vi­vi­mos, en es­pe­cial en la tecno­lo­gía".

"Los de Siem­pre", de cu­ya for­ma­ción ini­cial se cum­plen cua­ren­ta años, "fue­ron muy que­ri­dos, su vi­gen­cia se man­tu­vo", di­jo el crea­dor de "Dios a la una".

Acer­ca de los cam­bios que ocu­rrie­ron en el en­tor­no del ar­te, es de­cir en la so­cie­dad, Al­ta­mi­ra­no, sos­tie­ne a sus 68 años que "lle­gué a la con­clu­sión de que de jo­ven uno quie­re cam­biar to­do, pe­ro las ca­sas se ha­cen des­de los ci­mien­tos" y se for­mu­la una au­to­crí­ti­ca res­pec­to del ex­ce­so de mo­der­nis­mo que le im­pri­mió a aquel gru­po: "El fol­clo­re es im­por­tan­tí­si­mo, y no hay que de­for­mar­lo".

"Aho­ra -con­ti­nuó- el pú­bli­co es­tá un tan­to dis­traí­do, per­ple­jo, y no le in­te­re­sa la poe­sía, lo que no es­tá mal, pe­ro es dis­tin­to a lo que vi­vía­mos an­tes".

El show del sá­ba­do, que vie­ne ofre­cién­do­se en otros es­ce­na­rios des­de su es­tre­no en el Tea­tro Real de Cór­do­ba, pre­sen­ta a "Los de Siem­pre", lue­go a Al­ta­mi­ra­no co­mo so­lis­ta,   y al fi­nal reú­ne a am­bos nú­me­ros ar­tís­ti­cos en me­dia do­ce­na de te­mas.

La oca­sión ser­vi­rá pa­ra apre­ciar la fae­na del re­no­va­do gru­po, que gra­bó "Re­gre­so", con clá­si­cos del mí­ti­co trío, y al­gu­nas pro­pues­tas pro­pias, tal co­mo "Tu nom­bre en la are­na", de Car­los Ba­ro­ce­lla.